El hambre ha provocado que numerosos buitres se hayan acercado a zonas pobladas para encontrar alimento, en contra de su costumbre de alejarse de los seres humanos. De hecho, en las últimas semanas se han registrado dos casos de aves que han acabado posadas en los tejados de colegios del barrio zaragozano del Actur. Además, los habitantes de una urbanización de Muel se llevaron también la sorpresa de encontrar un día a un buitre como nuevo vecino.

No todas las ocasiones en las que los buitres se han arriesgado en la búsqueda de comida han sido tan pintorescas. A finales de agosto, una veintena de buitres leonados aparecieron muertos de inanición en el interior de uno de los pozos de nieve de Bagüeste, en el término municipal oscense de Aínsa. Las aves habían bajado a comer los restos de dos cabras, pero no pudieron remontar el vuelo al carecer de espacio suficiente. Finalmente se comieron los unos a los otros.