Los alumnos del Centro de Cultura de España en Montevideo (Uruguay) me invitan la semana próxima a darles un taller sobre gestión cultural y lo primero que voy a hacer es enseñarles a priorizar la conjugación de los verbos, a partir del infinitivo hacer. Si quieren llegar a ser buenos gestores no deberán usar el condicional (haríamos); ni el futuro imperfecto (haremos), y sí los musculosos presente y presente continuo (hacemos, estamos haciendo).

Toda gestión cultural, política, institucional, nace obviamente de un proyecto común, público, necesario; pero, una vez aprobado, ¿cuántas veces hemos asistido a su ralentización o parálisis? Tantas que el efecto disolvente del tiempo aniquila incluso su memoria, el recuerdo de su debate y origen.

Sería de esperar que a partir de la reciente cumbre en Teruel entre los presidentes de Valencia, Ximo Puig y de Aragón, Javier Lambán, a propósito de la negativa de la Unión Europea a financiar la reforma ferroviaria Zaragoza--Valencia, el comité, la comisión o lobi que de allí haya surgido aplique a su acción política el presente continuo, hacemos, estamos haciendo, en lugar de sus habituales tiempos condicionales o desiderativos, haríamos, haremos.

Porque, si no hacemos, proyectos, política, presiones en todas las instituciones afectadas, desde el Gobierno español (al nuevo ministro de Fomento, José Luis Ábalos) hasta Bruselas (¿alguna de nuestras dos eurodiputadas, Verónica Lope (PP) e Inés Ayala (PSOE), se entera de algo, ha hecho algo eficaz por el corredor ferroviario Cantábrico-Mediterráneo, piensa hacer algo por las prioridades infraestructurales de su Comunidad?), ese tren no partirá nunca.

Empréndase y con urgencia su movimiento a empujones desde el furgón de cola, métase toda la presión y hágase un nuevo proyecto (hacemos), a menos que el diseñado hace casi diez años por un ministro de Rodríguez Zapatero, José Blanco, tenga aún vigencia técnica y pueda reaprovecharse.

Déjense nuestros políticos de tanto lamento y crítica, renueven nuestra imagen presentando proyectos elaborados y factibles, renueven nuestra presencia en Europa con diputados capaces y renueven su gramática, su gestión, utilizando ese presente continuo como la única manera de llegar al futuro habiendo dejado atrás los trenes del pasado.