Los 57 componentes de la Unidad Militar de Emergencias y del Ericam (Equipo de Emergencia y Ayuda Inmediata de la Comunidad de Madrid) que han estado auxiliando a los ecuatorianos durante dos semanas, tras el fuerte seísmo que dejó unos 700 fallecidos, regresó ayer a Madrid. Allí les esperan al menos tres días de homenajes por su encomiable labor entre las ruinas del país suramericano.

Será una recompensa, como lo es el trabajo bien hecho, pero, ayer, el bombero Iván Muñoz, de Benasque, que ha estado integrado en el Ericam, no podía evitar mencionar la "frustración" del equipo. "Tú lo que quieres es sacar a la gente con vida, que es nuestro trabajo. Sientes frustración, aunque no dependa de nosotros", explicaba.

Y es que, por cierta falta de coordinación en Ecuador y otras pequeñas trabas --como las que puso Venezuela para sobrevolar su espacio aéreo-- llegaron a lugar de la tragedia unas 60 horas después del fuerte temblor. Entre sus consecuencias y el ambiente, era difícil hallar supervivientes.

Calor asfixiante

Y es que lo que más destaca el bombero, destinado en Benabarre, es el calor: "Lo más duro ha sido la climatología, con 30 y pico grados todos los días y una humedad del 90%. Los perros lo han acusado mucho".

El bombero, con su inseparable perro Erco, ha tenido que modificar la estrategia de búsqueda de personas. "Lo habitual es que trabajemos 20 minutos, pero ha habido que hacer microbúsquedas de 5 o 6, para refrescar. Si no pierden la concentración", explicaba.

Porque aunque no hayan hallado más que cadáveres, no han estado ociosos, ni mucho menos. Como recordaba Muñoz, en las distintas localidades en las que han trabajado --Manta, Chone, Bahía y Canoa, cercanas a la costa-- han extraído material por valor de 1,5 millones de dólares de un hospital inestable ("que además ayudará a salvar más vidas"), han apuntalado un museo... Y han rescatado cuerpos sin vida, aunque Muñoz no se mostraba muy impactado por ello. "Es nuestro trabajo", explicaba. Además, estuvo en el corrimiento de tierras de Filipinas, en el 2006, con 2.000 víctimas.

La experiencia de los equipos de salvamento ha tenido su mejor premio en el agradecimiento de los ecuatorianos. "La gente es espectacular, nos pitaban con los coches, nos daban agua fría... estaban superagradecios, es brutal lo solidario que es el pueblo ecuatoriano", enumeraba.

Desde que ayer aterrizaron en Torrejón les toca ronda de reconocimientos públicos, pero Muñoz lo que quiere, siendo sincero, es volver con Erco a casa.