Las calles del centro de Zaragoza fueron ayer testigo de una insólita procesión, y no solo por las fechas. El paso de María Santísima del Dulce Nombre recorrió a hombros de los costaleros el trayecto entre la iglesia de Santiago y la basílica del Pilar, en un recorrido más serpeteante de lo que sería normal, por cosas de la seguridad y los bolardos.

Con ello, y con la misa en la catedral y entrega de un manto a la Virgen, la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Señor Jesús de la Humildad entregado por el Sanedrín y de María Santísima del Dulce Nombre ponía un magnífico colofón a los actos de celebración de los 25 años de su refundación.

Fue una tarde emocionante para los cofrades, sobre todo para aquellos que han estado desde el principio de esta nueva etapa, o casi, y la han visto crecer. Como el capataz Emilio Lerín, que explicaba poco antes de las 18.00 horas, entre cambios de recorrido de última hora, la «alegría y satisfacción» al ver desarrollarse una cofradía «pequeña» a lo largo de los años. Destacaba el trabajo del equipo de costura, que dotó de un nuevo manto a la Virgen del Pilar, y remarcó además la emoción de salir del mismo lugar que la cofradía de la que descienden, la de Caifás.

La savia nueva ha ido regando la cofradía con sabor más andaluz de la capital aragonesa, como el caso de Íñigo Jiménez, que participaba en el recorrido con apenas un año de veteranía en las filas de La Humildad. Destacaba cómo los más veteranos remarcan la «emoción» de haber visto aumentar una cofradía de «cuatro gatos», que tenía que pedir ayuda para llevar un paso en parihuelas, hasta contar hoy con dos cuadrillas completas para acarrear los de la Virgen y el Cristo.

Salida de la iglesia de Santiago de la Virgen del Dulce Nombre. JAIME GALINDO

Ayer solo salió la primera, pero con ambas cuadrillas involucradas y bien ataviada con flores. Acompañándola hasta el Pilar, más de 200 miembros de la cofradía, así como la banda de música de Ejea.

Un hecho «histórico», destacaba la hermana mayor, Valle Laya, no solo por el aniversario, y el manto sino porque «no todos los días se produce la entrada de un paso a costal en la basílica».