Una mujer, un muro y una bala. Esos tres elementos conformaron, los últimos días del verano de 1936, el escenario de un drama que acababa con la democracia en el olvido. La mujer era María Domínguez (Pozuelo de Aragón, 1882), el muro, el del cementerio de Fuendejalón y la bala, la del fusil de un soldado nacional. Ayer, la localidad de la comarca de Campo de Borja, homenajeaba a una aragonesa que, al igual que la democracia durante el franquismo, quedó olvidada el día de su fusilamiento.

El pasado miércoles se cumplieron 75 años del asesinato de María Domínguez, primera alcaldesa democrática en España --dirigió el Ayuntamiento de Gallur desde julio de 1932 hasta febrero de 1933, durante la II República --. Familiares y vecinos, el alcalde de Fuendejalón, la Asociación Socialista de Gallur y la Asociación de Mujeres del mismo municipio la recordaron ayer en el mismo punto donde dio su vida por la libertad.

Al filo del mediodía, el pequeño cementerio de Fuendejalón recibió la visita de vecinos que querían reivindicar la memoria de lo ocurrido y recordar, de nuevo, a una de sus víctimas. Bajo el fuerte calor, la pequeña verja negra que cierra los muros del cementerio se abrió. Esas paredes ahora pintadas de blanco, se tiñeron de rojo el 7 de septiembre de 1936, cuando María Domínguez, junto con otros tres hombres, fue fusilada por la osadía, según sus asesinos, de ser una mujer adelantada a su tiempo.

"Una persona que dio su vida por unos valores", "una mujer que se sabía pobre, pero no analfabeta", "alguien que luchó por evolucionar". Estas fueron algunas de las definiciones que durante el homenaje se pudieron escuchar sobre la tía María, como la conocen en su familia. "Fue una heroína, con un gran espíritu de superación, que abrió el paso a los derechos de las mujeres", resumía Francisco Paz, uno de sus familiares.

En el acto también estuvo presente Javier Fernández, delegado del Gobierno. Su figura sirvió para que el recuerdo a María Domínguez ayudara a reivindicar estos actos como un homenaje a todos los fallecidos en esa tragedia. "Nadie es responsable de lo que hicieron sus padres, tíos o abuelos", indicó Fernández. Porque nadie es propietario actual de aquella guerra y "lo único que se nos encarga es hacer ver que aquello fue una locura y que estamos en contra", explicó Fernández que también es socio de la fundación que lleva el nombre de esta aragonesa. Su director, Alberto Sabio, profesor de Historia Contemporánea, es una persona con una visión de los retazos de esa memoria centrados en recordar para poder olvidar. "Estos homenajes sirven para pasar página, pero la gente no entiende que para hacerlo, primero debemos leer esa página y conocerla".

Además, Tierga también inauguró ayer un monolito que recordará a siete vecinos de Borja, tres de la misma familia, que fueron asesinados durante el franquismo.