La huelga del autobús en Zaragoza ponía ayer un punto y aparte, al finalizar la última jornada de paros con un seguimiento alto, del 88% según la empresa y del 90% según el comité, pero elevando el tono de sus declaraciones al acusarse mutuamente de «coacciones» a la plantilla. La dirección denunció que se han producido «pintadas con el nombre de trabajadores y su número de identificación» y una actitud de «violencia» para forzar a secundarla, ante lo que mostraban su «repulsa». Y el presidente de la representación sindical, José manuel Montañés, respondía que «las únicas que ha habido son las del jefe de inspectores hacia los conductores más jóvenes para que sacaran el bus a la calle».

Así afrontan este final de las afecciones al servicio, que no del conflicto. El próximo día 10 se informará a los trabajadores en una asamblea general ya convocada y, de ahí, podrían surgir nuevas movilizaciones a futuro. Porque, según el comité, «los problemas siguen sobre la mesa».