El estallido del chupinazo festivo, lanzado desde la balconada del Ayuntamiento de Huesca, ha sacudido hoy los antiguos cimientos de la plaza consistorial con los saltos, cantos y bailes de los miles de jóvenes que, apiñados piel contra piel, esperaban el inicio de las Fiestas de San Lorenzo.

Una ruidosa explosión de alborotos, gritos y de cientos de litros de vino han seguido al petardo oficial hasta convertir la plaza en una olla a presión festiva incapaz ya de detenerse ante nada ni nadie.

A pesar de que el sol permanecía oculto desde primeras horas de la mañana tras las nubes y del fresco registrado, el hervidero de jóvenes presentes en la plaza consistorial ha disparado las temperaturas hasta límites casi imposibles en los puntos de mayor concentración humana por centímetro cuadrado.

Minutos después del chupinazo, los miles de jóvenes reunidos ante el consistorio y las peñas han iniciado el tradicional descenso hacia el centro de la ciudad, saltando y bailando al ritmo del metálico sonido de las charangas.

Previamente, en el palacio consistorial se ha hecho entrega de la Parrilla de Oro de la ciudad a los Danzantes de Huesca y se han pronunciado distintos discursos oficiales, entre otros los de los alcaldes de Huesca y Tarbes, ciudad francesa hermanada con la capital oscense desde 1964.