El chupinazo volvió a estallar sobre el balcón del ayuntamiento en la plaza de la Catedral de Huesca, que durante la mañana de ayer fue una olla a presión de jóvenes que bailaban y chocaban entre sí al grito de ¡Viva San Lorenzo!. Imposible que quedara alguien sin enterarse del comienzo de la semana de las fiestas laurentinas,en honor al patrón de la ciudad, y que se prolongarán de forma ininterrumpida a lo largo de siete días, con más de 300 actos programados a partir de hoy.

Al petardo oficial le siguió una ruidosa explosión de gritos y de cientos de litros de vino lanzados al aire que convirtieron la plaza en un vibrante torbellino multicolor que este año, como es tradición ya, logró ahogar casi por completo la audición del pregón festivo entre los cánticos y el griterío. El cohete de las fiestas fue lanzado por los equipos de montaña de la Guardia Civil, elegidos por votación popular. Los acreedores de este honor fueron los miembros del Equipo de Rescate e Intervención en Montaña (EREIM) de Huesca, el sargento Jesús Guillén, y los tenientes Jesús Roselló y Darío Álvarez. Previamente se hizo entrega en el palacio consistorial de la Parrilla de oro de la ciudad a la comparsa de Gigantes, Cabezudos y Comparsas, y se pronunciaron distintos discursos oficiales, entre otros los de los alcaldes de Huesca y Tarbes, ciudad francesa hermanada con la capital oscense desde 1964.

Ya a las once de la mañana, una hora antes del lanzamiento del chupinazo, la plaza consistorial comenzaba a llenarse de cientos de personas, la mayoría con el estómago lleno tras el tradicional almuerzo de longaniza, huevos fritos y patatas que es obligatorio zamparse entre los laurentinos y visitantes para encarar las fiestas, y que prácticamente todas las terrazas y bares del centro de Huesca ofertaban. En la plaza de la Catedral, algunos grupos de personas, de avanzada edad sobre todo, se colocaron más pegados a los márgenes de la plaza, mientras que los más jóvenes, menores incluídos, iban abarrotando cada vez más el espacio a base de apretujones, mientras bañaban en vino (también con huevos y harina de colores) a todo aquel que aún conservara rastro de blanco en sus prendas. La camiseta blanca definitivamente fue sustituida por el morado del vino, al menos entre los más jóvenes, y eso se dejaba notar en el fuerte olor que impregnaba las calles del centro de la ciudad. La concejala de Fiestas del consistorio oscense, María Rodrigo, declaró que San Lorenzo es "la fiesta en la calle, la fiesta de la imaginación y de la música", con variadas actividades "para incluir a todas las edades", dijo. Revindicó asimismo una celebración sin agresiones machistas de ningún tipo, y advirtió del aumento de efectivos y esfuerzos dirigidos a trabajar en ello, sobre el que se ha concienciado más a la población en los últimos años a partir de las denuncias y casos registrados en las fiestas de San Fermín, en Pamplona.

Tras la celebración del inicio de fiestas, las cinco Peñas Recreativas recorrieron la ciudad en la cabalgata donde las protagonistas fueron las mairalesas, representantes de barrios y peñas. La cabalgata atravesó el Coso Alto hasta llegar a la plaza San Lorenzo, lugar donde la Peña Recreativa Zoiti se encargó este año de anudar la tradicional pañoleta verde al cuello del busto del santo, en la iglesia con el mismo nombre. Los que siguieron el acto amenizaron la espera del simbólico momento bailando al ritmo de los altavoces de la discomóvil instalada en la plaza; ¿Quién dijo que en un acto religioso no se puede bailar La Gozadera? A pesar de la llovizna, los oscenses pudieron disfrutar con las actividades matinales de un agradable ambiente nublado, donde el sol no molestaba como otras veces en pleno agosto.