Otro de los problemas, y no el menor, del Partido Socialista Obrero Español son los socialistas catalanes, capitaneados por Miquel Iceta, antes por Pere Navarro, antes por Pascual Maragall, cuyas direcciones se han bifurcado siempre en una doble dirección, ambiguamente calculada, hasta llegar al punto muerto actual, en el que el PSC de Iceta pinta menos en Cataluña que Pichorras en Pastriz.

A las últimas debacles electorales, y habiéndose reducido el socialismo catalán a un grupo irrelevante en el Parlament, o en los grandes municipios de Cataluña, se ha llegado por falta de claridad y empecinamiento en postulados confusos, difíciles ya de argumentar en una tertulia de café, no digamos para condensarlos como argumentarios ante las urnas. Ese prurito, o complejo, del socialista catalán, como de los nacionalistas, por ser diferente o distinto del resto de los españoles, de valencianos y aragoneses, de manchegos y andaluces, ese aire de distancia y privilegio, de exigencia y exclusividad está aniquilando la fraterna e igualitaria ideología universal del socialismo primigenio, y transformándolo en un partido con tintes selectivos no en cuanto a las luchas o dinámicas económicas y sociales, sino en tanto al origen, la población, la lengua...

Maragall consiguió del bueno de José Luis Rodríguez Zapatero una carta de nación que nadie reconoce, ni en el resto de España ni en Europa, y que solo ha servido para exacerbar los ánimos. Pere Navarro, aquel triste representante de sí mismo, pasó sin pena ni gloria, pero Iceta sabe bailar mejor y ha dado la cantada proponiendo a Ferraz y al Congreso de los Diputados un plan alternativo, una nueva Constitución donde se reconozca que España es una nación de naciones, comenzando, naturalmente, por la nación catalana. Todas estas zarandajas, maquinaciones, excusas y maquiavalismos para no asumir el PSOE una natural defensa del Estado de las Autonomías, que en Cataluña, como es sabido, ha dado lo mejor y más generoso de su fórmula.

Si nada cambia, los socialistas catalanes, reacios a devolver a Aragón sus tesoros artisticos, continuarán deslizándose por la senda del nacionalismo supremacista, complicando mucho, y gratuitamente, a sus hermanos de Ferraz ?en un inmediato futuro a Susana DíazSNbh, la recuperación territorial no sólo en Cataluña, sino en el resto del país. Ellos sabrán.