Vestigios del pavimento de suelo romano, restos de una posible cimentación del alminar de una mezquita y enterramientos de diferentes épocas es parte del rastro de los más de 2.000 años de historia enterrada bajo la Iglesia de la Magdalena, en Zaragoza.

Esta iglesia parroquial de estilo mudéjar ubicada en el tradicional barrio zaragozano de La Magdalena ha permanecido cerrada desde los comienzos de su restauración en el año 2002 y, tras las dos fases de trabajos en el exterior, se enfrenta ahora a su tercera y última fase de saneamiento interior.

"Después de quince años por fin un edificio que cuenta la historia de esta tierra, de esta ciudad y de sus gentes va a ser abierto al público", ha expresado en una visita a los medios de comunicación el ecónomo diocesano del Arzobispado de Zaragoza, Ernesto Meléndez, quien ha situado la reapertura y rehabilitación total del templo entre finales de este año y principios del 2018.

"Una especie de galería debajo del pavimento permitirá la circulación del aire y saneamiento. Así los muros no serán el absorbente de esta humedad", ha explicado el arquitecto y codirector de las obras, Fernando Aguerri.

Debido a la tradición de realizar los enterramientos en suelo sagrado, la nave y las capillas laterales fueron utilizadas con este fin desde la construcción de la iglesia, en la primera mitad del siglo XIV, hasta principios del siglo XIX, tal y como ha manifestado el arqueólogo y codirector de la excavación, Salvador Melguizo.

Unos restos que "han contaminado mucho el subsuelo y han contribuido a producir daños en el edificio", como en los muros dañados por la humedad, ha continuado el arquitecto.

"En fases anteriores eliminamos revestimientos de madera que impedían esa transpiración y ahora quedaba el vaciado de las tierras con los restos arqueológicos para proceder a la renovación de pavimentos e instalaciones, decoraciones, iluminación y otros elementos", ha añadido Aguerri.

En este momento, los arqueólogos trabajan en el almacenamiento de restos óseos de los más de un centenar de cuerpos encontrados, que se guardan en unas cajas de plástico estancas, que serán enterradas de nuevo en el templo ya que "si ellos quisieron enterrarse aquí, parece lógico que sigan aquí", ha evidenciado el codirector de la excavación.

Según ha ilustrado el arqueólogo, hay una serie de pequeñas criptas más antiguas en las capillas laterales de la iglesia que pertenecen a cofradías, familias o gremios; enterramientos ordenados en la nave; y una cripta debajo del retablo principal, en un espacio que hacia 1950 se habilitó como sala de la caldera, con nichos de finales del siglo XVIII.

Entre los descubrimientos más interesantes se encuentra un ejemplo de los primeros enterramientos en el templo del siglo XIV en el que aparece una decoración grabada del difunto en la cobertura de piedra, así como una lápida que data de 1830 y que representa el "testimonio del final de los enterramientos en las iglesias" y la salida de los cementerios de los núcleos urbanos.

"Más de 2.000 años de historia están aquí resumidos. Desde la fundación de la colonia en época romana hasta hoy", ha recordado el codirector de la excavación en referencia a los numerosos vestigios encontrados en el subsuelo de esta iglesia parroquial ubicada en pleno corazón de la ciudad.