La Archidiócesis de Zaragoza, que este año celebra su 700 aniversario, ingresó 22,3 millones de euros en el 2016, de los que el 42% del total (9,4 millones) procedió de aportación directa de sus fieles -colectas, por ejemplo y el 22% (4,9 millones) de la casilla de la declaración de la Renta. El resto, un 18% (4 millones) respondió del dinero procedente del patrimonio, un 16% de subvenciones y un 2% (379.245 euros) de forma extraordinaria.

Buena parte de esta cuantía global, la Iglesia de Zaragoza la invirtió en la conservación y funcionamiento de sus edificios, un 40% (8,8 millones de euros). Asimismo destinó un 32% (7,1 millones) a la retribución de su personal, entre el que resaltan 586 sacerdotes y 1.731 religiosos. Por otro lado, los centros de formación y las acciones pastorales y asistenciales recibieron más de 4 millones de euros.

Unos datos que el arzobispado que dirige Vicente Jiménez dio a conocer ayer en «aras de la transparencia», tal y como señaló su ecónomo, Jaime Sanaú, y enmarcado en la campaña de puertas abiertas con la que esta archidiócesis se quiere mostrar ante la ciudadanía con motivo de la efeméride por la que Zaragoza dejó de estar bajo el mandato de Tarragona. Sanaú resaltó que que la actividad evangelizadora contó en 2016 con 1.447 catequistas y con 240 misioneros, estos últimos repartidos en América (156), África (45), Europa (24) y Asia (15). En cuanto a la actividad celebrativa, en la archidiócesis se celebraron 4.307 bautizos, 4.592 comuniones, 1.035 matrimonios y 3.941 funerales. El vicario general, Manuel Almor, destacó especialmente que la Iglesia zaragozana dio 491.960 desayunos, comidas, meriendas y cenas, que se atendió a 9.976 personas en centros para mitigar la pobreza y a 7.852 para la búsqueda de empleo.

A estos datos internos, el Arzobispado de Zaragoza también quiso añadir su impacto en el PIB en la economía aragonesa. La institución estima que fue de 1,6 millones de euros, procedentes de la actividad que generan sus bienes e inmuebles.

De hecho, el delegado de comunicación, José Antonio Calvo, destacó, en relación a las inmatriculaciones, que si las iglesias dependieran del Estado «estarían cerradas, como el monasterio de Rueda».