Podemos, gane quien gane en Vistalegre, va a poner en marcha una Secretaría de Igualdad, siendo éste, además de un acierto por parte del joven partido, un tema capital, inaplazable y necesario, una causa, una lucha en la que todos deberíamos alistarnos, codo con codo, para ser en las calles, en los despachos, en las casas, como en la canción de Nacha Guevara mucho más que dos.

El debate, a propósito de la igualdad, que en el Museo Pablo Serrano mantuvieron, bajo la moderación de Laura Latorre, Josefina Musulén, representante de asociaciones feministas, el abogado Antonio Muñoz y la periodista y escritora Elisa Beni tuvo un gran interés y sobre profundidad.

En el entorno de la reivindicación de la igualdad, en su urgente reclamación y exigencia laten temas tan trascendentales como la discriminación en las remuneraciones salariales y en los niveles jerárquicos o de dirección, el desempleo, la violencia de género, las libertades y derechos individuales, los brotes y comportamientos racistas y otras numerosas cuestiones en las que se vertebran principios y matices fundamentales para alcanzar una sociedad más justa.

Antonio Muñoz, en su calidad de letrado especializado y miembro del observatorio que atiende delitos de género, advirtió que el Código Penal impone castigos, pero no remedios, siendo lo más aconsejable, según apuntó certeramente Josefina Musulén, apuntalar éstos sobre los cimientos de una educación más consciente y concienciada sobre la gravedad de un hecho que Muñoz consideró firmemente establecido, por desgracia, como tal; en un análisis riguroso de la sociedad española actual, afirmó, hay que partir de una situación de desigualdad real.

Elisa Beni, por su parte, coincidió en ello y en la necesidad de luchar contra esa situación de injusticia en la línea que las mujeres norteamericanas se han revelado contra las actitudes de Donald Trump. Los tres ponentes denunciaron la cosificación de la mujer en la publicidad, el alarmante crecimiento de la prostitución en una España a la que definieron como «supermercado del sexo» y la proliferación de micromachismos, actitudes de poder y control en las relaciones cotidianas, «con una preocupante tendencia a la sumisión de chicas que sueñan con ser princesas Disney». Un tema poliédrico y muy grave.