De nuevo sube la temperatura en el Parque del Agua de Zaragoza por los impagos de algunos de los negocios instalados en la mayor zona verde de la ciudad a la empresa que suministra la energía eléctrica y la climatización a todo el recinto de Ranillas, la firma Districlima. En esta ocasión, su rifirrafe no es con el Ayuntamiento de Zaragoza, al que ya le ha comunicado su intención de rescindir el contrato mediante compensación económica, sino con uno de sus clientes, el centro termal y spa de Ranillas, en manos de la firma ZH2O Agua y Ocio, en liquidación y cuya deuda, de más de 100.000 euros, ha conllevado que se le corte el suministro mañana mismo.

Así se lo ha notificado a sus responsables la propia Districlima, que no es la primera vez que amenaza con dejar de abastecer a este edificio, con problemas serios para mantener abiertas sus puertas desde hace años. De hecho, los administradores concursales parecían haber dado ya con una solución definitiva que pusiera a salvo, no solo a los clientes del centro termal, el spa y el campo de golf, también de la misma empresa, sino sobre todo al medio centenar de trabajadores que dependen de su actividad. Dos empresarios zaragozanos llegaron a un acuerdo para asumir las riendas del negocio, hacerse cargo de su gestión, explotación y también correr con las cargas que arrastra la concesión. Son 1,85 millones de euros los que el consistorio debería haber cobrado durante los ocho años que lleva activo el edificio y que no ha ingresado. Pero el ayuntamiento parece dispuesto a aceptar un plan de pagos asequible que permita sacar a flote estas instalaciones.

De hecho, sus únicas dudas radican en que los nuevos gestores puedan acreditar la solvencia económica de la sociedad y que el interventor municipal emita un informe favorable al traspaso del negocio a los nuevos propietarios. Estos, a su vez, son los mismos que los actuales dueños del centro termal habían propuesto al administrador concursal para tomar el relevo.

Pero los tiempos del ayuntamiento no se han acompasado a la celeridad con la que el gestor saliente y el entrante querían cerrar el trato y ahora Districlima pone un poco más de tensión a la espera. El corte del suministro supone el cese de actividad, de forma indefinida y hasta que ambas cuestiones, el traspaso del negocio y la liquidación de la deuda, queden resueltas. Sin embargo, el daño para el futuro de las instalaciones es innegable, por la fuga de clientes que puede provocar o la pérdida de confianza.