Los republicanos fusilados en Zaragoza durante la guerra civil tienen ya un monumento que recupera su memoria con nombre y apellidos. Se ha levantado en el cementerio de Torrero, muy cerca de la tapia donde fueron ejecutadas la mayoría de las 3.543 víctimas de la represión política entre 1936 y 1946, un largo listado que incluye personas desde los 13 a los 78 años, casi todas de la capital aragonesa, aunque las hay de otros 348 municipios.

Guardando la simetría de las cifras, el monumento, que se inaugurará el 27 de octubre, consta de 3.543 placas de acero galvanizado. Cada una de ellas recoge el nombre de una víctima distinta (salvo 607 que no han podido ser identificadas) y la fecha de su ejecución. Están ordenadas cronológicamente, según el día, mes y año del fusilamiento, y forman una espiral de 500 metros que se recorre en 15 minutos.

Este hito es fruto de un proyecto del Ayuntamiento de Zaragoza, cuyo pleno lo aprobó por unanimidad en una sesión mantenida el 25 de septiembre del 2009. Forma parte de un ambicioso plan de modernización del camposanto, cifrado en 10 millones de euros y que entrañará notables mejoras en los servicios, las áreas de estacionamiento, las zonas ajardinadas y de enterramiento y en las salas de ceremonia y hornos de incineración.

El monumento es la parte más avanzada de la iniciativa. El historiador Julián Casanova y su equipo se encargaron de la investigación para establecer la identidad y circunstancias de los represaliados, mientras que el diseño del motivo ornamental es obra del equipo de arquitectos de Fernando Bayo y del escultor Miguel Ángel Arrudi, quienes han construido un cubo con la inscripción Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, de un poema de Luis Cernuda.

"Se trata de un caso único", recalcó Carlos Pérez Anadón, consejero de Urbanismo, Infraestructuras, Equipamientos y Vivienda de la corporación municipal, que ha sido la persona encargada de poner en marcha el plan "en cumplimiento del mandato del pleno municipal". "Hasta ahora ninguna ciudad española había construido un monumento a las víctimas republicanas en el que los asesinados figuren identificados de forma individual", aseguró.

Para Pérez Anadón, la ciudad "tenía una deuda moral" con los caídos republicanos, pues los del bando nacional, que no quedan marginados, "han recibido siempre reconocimiento oficial". Con el monumento, el consistorio pretende que los ciudadanos vean "toda la historia con la perspectiva que da el paso del tiempo", afirmó el consejero.

"El monumento de Arrudi y Bayo está dedicado a todos los caídos republicanos, pues su memoria no había recibido hasta ahora un reconocimiento oficial propiamente dicho", explicó Julián Casanova, que recordó que el monolito erigido en tiempos de Sainz de Varanda "fue fruto de una decisión personal del alcalde".

EN DOS ZANJAS "En aquella época no se hizo nada por identificar a los enterrados ni localizar a sus familiares, pues España estaba en plena transición y había otras prioridades", subrayó. El historiador indicó que uno de los detonantes del cambio de ubicación de las víctimas fue la exhumación en ese mismo lugar, a petición de sus familias, de 175 navarros y riojanos reclutados a la fuerza en la Segunda Bandera de la Legión Sanjurgo. Considerados traidores, fueron asesinados por falangistas y legionarios.

"Lo cierto es que, hasta fines de los 70, las dos zanjas de 500 de largo por dos y cuatro de ancho donde fueron amontonados los cadáveres de las víctimas de la represión franquista se hallaban en el olvido más absoluto", añadió Casanova.