He aquí la cruda realidad: el Ayuntamiento de Zaragoza debe cuarenta millones de euros a sus proveedores, lo que tiene a cientos de autónomos y pymes al borde del precipicio. Ocurre que no hay liquidez (como ha reconocido el vicealcalde). En la caja municipal no quedan ni las telarañas, los servicios públicos funcionan de prestao y la deuda total se aproxima peligrosamente a los ochocientos millones. Eso sí, la Inmortal Ciudad aún prepara expos, juegos olímpicos, eventos y superproyectos, al tiempo que encarga estudios y asesorías (incluso para sacar a concurso sus contratas) como si careciese de funcionarios cualificados. La capital aragonesa flirtea con la insolvencia, pero se anuncia en cien taxis londinenses en una acción propagandística aislada sin pies ni cabeza. Podría decirse que esto es puro surrealismo, pero creo que no, que estamos más bien ante una broma pesada.

Pueden consolarse los zaragozanos pues el débito per cápita es todavía más alto en Teruel... o en La Muela. La ruina recorre unas instituciones que hasta hace muy poco compraban a precio de oro la autoestima de sus administrados. El municipio cesaraugustano intenta rebañar el plato de los pasados festines vendiendo los últimos solares a precio de remate. Quién diría que durante la década pasada fuimos los mejores clientes de los arquitectos más prestigiosos y los publicistas más chic.

Llegados a tal punto, los señores jefes empiezan a proponer medidas destinadas a racionalizar y abaratar el entramado institucional. Por supuesto, cada cuál barre para casa. Biel, por ejemplo, quiere sustituir las diputaciones por las comarcas por la sencilla razón de que a él y a su partido les interesa promover microespacios electorales donde aún se les luzca la implantación rural. Pero me temo que ni el PSOE ni el PP están por la labor. Por su parte, el personal de a pie (al menos el que aún conserva el sentido común) sólo aspira a que las administraciones (sea cual fuere su nivel) sean eficaces y transparentes. Cuando las deudas se acumulan sobre las espaldas del contribuyente, sobran las disquisiciones.

A poco que dure la crisis (que durará) esto va a ser la mundial