Indignación, rabia y desilusión. Eso es lo que sintieron el pasado miércoles varios de los voluntarios aragoneses que participaron en la limpieza de las playas de Galicia tras conocer la sentencia acerca de la catástrofe del Prestige.

Diez años de investigación judicial, nueve meses de juicio y, al final, la mayor causa jamás instruida en España por un delito medioambiental se resolvió con la absolución de los tres acusados. "Como voluntarios, la sentencia es una decepción, porque no encuentra responsabilidades para asumir todos los daños medioambientales y económicos que ha supuesto todo esto", explicó Federico Sancho, representante de la asociación zaragozana Fondo Natural.

Cuatro miembros de este colectivo realizaron labores de limpieza durante una semana en localidades como Gandario, Muxía o Carnota. Hasta allí se desplazaron en coche y únicamente movidos por la necesidad de ayudar. "El aspecto humano fue sobrecogedor. El Prestige puso de relieve la incapacidad de las administraciones y de los políticos, que se vieron desbordados y no tuvieron capacidad de respuesta", opinó Sancho.

Por su parte, Luis Badenas, entonces miembro de las juventudes del PAR, capitaneó hasta cinco viajes a Muxía. "La idea de ir a ayudar surgió en una manifestación antitrasvase en Valencia. Aragón demostró ser un pueblo solidario", apuntó. Tras la sentencia, Badenas señaló que "el desenlace lo esperábamos, porque parece que solo se piensa que hay corrupción en temas políticos, pero la justicia también es corrupta y no es justo que una catástrofe así se saldé con esta solución", dijo.

Badenas y sus compañeros fueron el primer grupo de aragoneses que viajaron de forma organizada a Galicia. "Colapsamos la centralita del PAR en Aragón, el 112 y el 010. La gente se volcó y nadie se imaginaba la respuesta social que hubo", aseguró.

RECUPERACIÓN DE AVES

Otro aragonés que también colaboró en las labores de limpieza fue José Racaj, por aquella época miembro de Ecologistas en Acción. En su caso, su tarea y la de sus compañeros --un grupo de alrededor de 100 personas-- fue recoger durante más de diez días aves migratorias que se encontraban en la zona. "Muchas quedaron atrapadas por el chapapote y las trasladábamos hasta un centro en Oleiros dedicado a su recuperación. La gente se involucró mucho, pero esa sensación de palpar con tus manos la magnitud de una catástrofe así te marca para siempre", explicó.

Sobre la sentencia, Racaj también mostró su indignación. "El Prestige tenía unos dueños y unas indicaciones, ¿no? Es frustrante que ahora nadie tenga la culpa. Hubo un daño ecológico brutal y lo peor de todo es que el estado español es quien asume, desde hace años, la reparación de todo esto", aseguró.