La izquierda en el Ayuntamiento de Zaragoza ha decidido que, para que la legislatura no pase en balde, sus diferencias no impindan que se aplique un indulto a algunos de los proyectos que llevan anclados en la indecisión municipal desde hace años. O que nuevas ideas pongan su primera piedra en este año de remontada en la inversión. Ya sea con 900.000 euros como la prolongación de Tenor Fleta, del PSOE; con 100.000, como las supermanzanas de CHA, que otras ciudades ya están aplicando con éxito y a las que se le prometen 900.000 más en los próximos dos años; o el anunciado programa de recuperación de edificios para usos temporales de Zaragoza en Común (ZeC), que nadie explica, con otros 100.000.

Cincuenta y dos millones de euros de inversión nunca tan exprimidos en el presupuesto como este año, un pastel con decenas de proyectos que ahora solo falta demostrar que es comestible. Porque la reforma de la avenida de Navarra, por ejemplo, vuelve a tener 100.000 euros este año, como el pasado, que no se gastaron. Y parece que la de Cataluña tiene más garantías de poner en marcha la reforma valorada en 1,7 millones, aunque solo haya 500.000 euros para este año y 68.000 para su alumbrado. Habrá que esperar al 2019, como casi todo en estas cuentas del 2017.

Los cortes de cinta pasaron ya a la historia, pero muchos proyectos olvidados esperan que esta vez sea la buena. Como lo ha sido para la antigua Harinera de San José, cuya rehabilitación por fases cubrirá una nueva etapa este año y el próximo, con una segunda fase a la que se han consignado 400.000 euros y en la gerencia de Urbanismo de la próxima semana se espera dar la licencia para iniciar los trabajos.

Este es un ejemplo de cómo un edificio en desuso puede salir del amargo listado del Plan Director de Equipamientos del que unos salen y otros entran. En el último pleno se puso de manifiesto que hay 49 edificios sin utilidad y otras 55 dependencias vacías dentro de inmuebles que funcionan a medio gas.

La Zaragoza abandonada que señalaba CHA en la legislatura anterior ya es un cajón desastre del que echar mano. Ellos han rascado 349.000 euros --pedían 390.000-- para que la imprenta Blasco sea por fin museo. Desde la época de Antonio Gaspar como responsable de Urbanismo que se lleva anunciando. ¿Será la buena? También los baños judíos, en el Coso, para el que hay 10.000 euros. Poco parece.

Pero esta idea se asemeja más al concepto de «urbanismo de cosas sencillas», más que arreglar aceras y calzadas, que algunos partidos de la oposición --entre ellos el PSOE-- consideran trabajos de obligado cumplimiento para un buen gestor de lo común. Invertir es suprimir las farolas con poste de madera de Valdefierro, para lo que han conseguido 100.000 euros. O rehabilitar el entorno de las viviendas de los grupos sindicales, que vuelven a tener 300.000, como el año pasado. También lo sería buscar la eficiencia, y para eso los socialistas han logrado un millón para implantar tecnología led en más luminarias (da para unas 1.700).

Casi todo al 2019

Las enmiendas dan bocados al pastel inversor con cuantías de poco relumbrón. Primeras piedras como las introducidas por CHA para las futuras escuelas infantiles de Valdespartera y Parque Goya. Son 100.000 euros este año y 500.000 para el 2018 y para el 2019. O de 227.000 euros para el parque de Santa Isabel sobre el túnel del cuarto cinturón, al que le prometen 600.000 más en dos años vía plurianual. Junto al PSOE indultan al aparcamiento de Kasán (120.000 euros) y a Arcosur, con los 600.000 euros que necesita para conectar mejor las zonas habitables por Fuente de Neptuno. Y al futuro centro cívico de Rosales, al que se le aseguran 1,7 millones en tres años (y solo 100.000 euros en este).

Otros esperan el indulto. El de la izquierda, como Pontoneros, que repite partida, o de la iniciativa privada como el conservatorio de San Miguel o el taller de los hermanos Albareda, que buscan comprador. Iconos de esa Zaragoza abandonada como el Palacio de Fuenclara y otros tantos espacios en desuso. Por no hablar de los edificios Expo o los juzgados de la plaza del Pilar, condenados por otros, la DGA, a un cajón que parece no tener fondo.