Dice que solo dibuja por afición, o que al menos no se siente un profesional, pero el zaragozano íñigo Aguirre se ha atrevido con el que es el primer cómic sobre superhéroes realizado en España en los últimos diez años. Les llama Ibéroes, y su primera aventura, La Guerra de las Rosas, se ha puesto de largo en el Salón del Cómic y por la respuesta del público, no cabe duda que a la serie se le augura un buen futuro.

"Los superhéroes me gustaban desde crío y me hacía ilusión crear mi primer tebeo. Como no soy un profesional al que el trabajo le marque unos tiempos de entrega pude ir mejorando el estilo a medida que dibujaba y sin ninguna presión", cuenta Aguirre.

Esta falta de prisas le llevó, por ejemplo, a destruir y volver a dibujar las 20 primeras páginas cuando ya había acabado el cómic, "pues el estilo había cambiado por completo", pero también a recrearse en dibujar los fondos de las viñetas, o a probarse con escenas complicadas de lo más variado, "que siempre eran las primeras; la primera escena volando, la primera bajo el agua... todo eso es lo más difícil, situar al personaje en distintos ambientes, por ejemplo, abriendo una puerta, sin que se pierda la atención de la acción", dice.

Otro de los aspectos que le resultó más complejo fue definir a sus superhéroes, siete nada menos. Y es que, como apunta, "este es un género muy trabajado desde Supermán en 1938 por lo que era difícil innovar y atribuir superpoderes que no se hubiesen inventado ya", cuenta.

Pero es obvio que a Íñigo Aguirre no le falta ingenio y otorgó a sus personajes rasgos peculiares. Por ejemplo, el líder del grupo, Viriato, cuenta con múltiples poderes, pero sólo puede desarrollar uno cada vez; Tina Gelatina es una chica de gominola, que, como el azúcar, cuando se solidifica se hace más fuerte; o los gemelos Birli y Birloque, que en realidad es una misma persona desdoblada, y cuando se juntan duplican todas sus capacidades...

Junto a ellos hay un monje del Monasterio de Piedra, el Abad Abraham, que podemos considerar el primer superhéroe aragonés; Andy Androide, el maestro del relámpago Ramón del Valle y El Representante. Juntos tratarán de reducir a un criminal que controla a los ciudadanos a través del reparto ambulante de rosas a lo largo de 64 páginas autoeditadas. "No me siento un dibujante profesional, sólo he querido contribuir desde mis posibilidades al mundo del cómic en general y al de los superhéroes en particular", concluye.