Antes era un colegio, después unos locales pertenecientes a la Cámara de Comercio y hoy un instituto. Pero no uno más. El IES Picarral disfruta sus primeros días envuelto en el entusiasmo de su comunidad educativa. El centro --muy demandado ante la carencia de plazas de Secundaria en el barrio-- se erige en un paradigma de innovación y en ejemplo de la ilusión en una tarea cooperativa que persigue "construir un modelo de hacer escuela", según apunta su director Juan Pedro Serrano.

Porque el IES Picarral se basa en un respeto "absoluto" por la equidad y la diversidad. "Es el motor de la convivencia", dice su secretaria Blanca Domínguez. Un ejemplo: en el centro convive alumnado bilingüe en Francés y en Inglés (75 entre ambas disciplinas), estudiantes que no siguen el modelo bilingüe (45), otros con necesidades educativas especiales (10) y tres chicos en el aula TEA (Trastorno del Espectro Autista), además de otros dos procedentes de China sin apenas conocimiento del castellano. "Los distribuimos para que estén juntos unos con otros. Por ejemplo, en el caso de los autistas, hemos apostado por que apenas salgan de su aula de referencia y que en momentos puntuales entre una profesora para apoyar al profesorado de aula", cuentan desde el centro.

CUESTIÓN DE FORMA

Por eso, aunque no es el único centro con esa variedad, la cuestión es la manera de hacerlo. "Nosotros creemos que ningún alumno, sea cual sea su perfil, es mejor o peor que otro. Un objetivo esencial es trabajar la convivencia y el respeto como base fundamental. No hay que olvidar que estos alumnos son la primera promoción y, durante al menos cuatro cursos, serán los mayores. Queremos que se identifiquen con el centro como su espacio de convivencia y aspiramos a que el curso que viene cada estudiante de este año tutele como acogida a otro que llegue nuevo el curso próximo", explica su jefe de estudios, Jesús Ángel Sánchez.

Pero la innovación no se detiene ahí. El IES El Picarral no dispone de libros de texto. "Los manuales son algo estático, es un saber que está detenido, encapsulado. También apuntan hacia una educación entendida como un viaje organizado, con su guía (el docente) y la guía (el manual). El recorrido no se hace en función de los intereses y necesidades del alumnado, sino desde la guía de viaje y el guía del viaje. Nosotros apostamos por aprender-creando, construyendo nuestro propio manual que siempre será un producto dinámico, pero permanente, colgado en una web abierta y libre, para que no solamente nuestro alumnado tenga las referencias necesarias, también para que las familias vean cómo vamos construyendo poco a poco el conocimiento y para que los docentes sepamos lo que hace nuestro compañero o compañera", dice Sánchez.

El instituto, pues, asegura no creer en un modelo "que se asemeja al feudalismo" y apuesta por aprender "juntos". Una pizarra de una de las clases da fe de ello,. con un escrito "chapucero" de las ideas que el alumnado ha ido formulando en un diálogo entre todos. "Aprobar y aprender no es necesariamente lo mismo. Se puede aprobar sin aprender, pero quien aprende sabe y construye conocimiento que comparte con otros, que, a su vez, le aportan algo", asegura Sánchez. La finalidad, subraya, es "vivir mejor, lo cual significa combatir las desigualdades porque allí donde impera lo desigual e injusto no hay convivencia y donde no existe convivencia la vida es manifiestamente mejorable", sostiene.

LAS FAMILIAS

Además, el proyecto cuenta con la implicación total de las familias, que acuden en masa a las reuniones, en las que participan activamente. "No solamente entienden nuestro proyecto, es que apuestan por él. Antes del inicio de las clases, invitamos a cooperar en la construcción del centro de sus hijos y acudieron numerosas familias", indican desde el equipo directivo.

Por ahora, el centro asegura que lo más repetido por las familias y el alumnado es que se sienten "felices". ¿Qué mejor para un momento de cambio y de temores? "Ambiciosos y humildes, nos contentamos con ir lo más lejos que podamos", aseveran desde el instituto.