A la profesora de Matemática Aplicada de la Universidad de Sevilla Clara Grima le enfadó desconocer hasta después de doctorarse que Noether, uno de los científicos que estudió al detalle en su periplo académico, era en realidad Emmy Noether; una mujer. No se percató hasta pasados los años de este hecho, a pesar de que se trata de una de las científicas más importantes del siglo XX, «¿Por qué nadie me había dicho que era una mujer?», se preguntaba ayer.

La anécdota que contaba la también divulgadora ejemplifica la necesidad de aumentar la visibilidad de la mujer en la ciencia, un objetivo por el que se celebró ayer un encuentro que reunió en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza a cincuenta niñas de educación Primaria con más de treinta ingenieras, físicas, médicas, químicas, biólogas, veterinarias, geólogas o matemáticas.

Las bellas salas del edificio histórico acogieron estas reuniones que permitieron a las más pequeñas conocer de primera mano el trabajo de las científicas y alimentar, así, la curiosidad inherente a su edad con preguntas espontáneas y directas. Durante seis minutos, cada niña de primero a cuarto de Primaria tuvo la oportunidad de mantener una conversación con las científicas.

Una versión actualizada del cuento de La princesa y el guisante, en este caso transformado a La científica y el guisante, permitió que conocieran, a través del relato, los descubrimientos que realizaron varias científicas. Por último, una merienda conjunta permitió que conversaran de nuevo con las investigadoras que acababan de conocer.

Gracias a esta actividad se fomentó la generación de referentes en las niñas. Precisamente, Grima detallaba con perspectiva el equívoco con Noether: «También era mi prejuicio. Yo nunca me planteé que los matemáticos tan ilustres que había estudiado podían ser una mujer».