¿Invertir? Claro, sí, por supuesto, indudablemente... Pero invertir con talento, ¿no? O

sea, generando una adecuada relación coste-beneficio. Porque, si no, la cosa se vuelve insostenible. La crisis actual (esa que Rajoy ha dado por terminada en un apasionado rapto de caradurismo) fue fruto de una sucesión de pésimas inversiones públicas y privadas. Meter el dinero en especulación, ladrillo y derivados acabó con numerosas empresas y arruinó a varias cajas de ahorro (véase el caso de CAI). Usar masivamente la pasta recaudada a los contribuyentes para construir infraestructuras inútiles y desarrollar proyectos absurdos endeudó a las administraciones más allá de toda lógica. Y encima... la corrupción. Ahora hay que preguntarse algo muy simple: ¿hemos asumido la experiencia?, ¿hemos aprendido a gastar con tino?

Mirémonos en el espejo. En Aragón arrastrábamos un evidente y lamentable déficit de inversión pública, pero luego tuvimos algún buen momento; sobre todo en el pasado decenio, el del AVE, el de la Expo, el de los grandes proyectos. ¿Y qué pasó? Pues que el despilfarro y la incompetencia hicieron (y hacen) de las suyas. Con dinero de Madrid se hizo un túnel transpirenaico de alta capacidad, el Somport, que desemboca en un embudo irremediable. O un aeropuerto, en Huesca, inservible. O pantanos sin uso. O el recrecimiento de Yesa, donde la nueva presa se asienta en laderas inestables cuya presunta consolidación ha engullido decenas de millones (y espera, porque ahora hay que expropiar sobre la marcha numerosas viviendas afectadas por los deslizamientos). O una Expo, en Zaragoza, mal planteada, mal realizada y mal rentabilizada a posteriori.

Pero nuestra pasta, la gestionada por la DGA, no ha sido manejada mucho mejor. Las sociedades públicas controladas o participadas por el Ejecutivo autónomo arrastran un agujero de varios cientos de millones. Los planes de negocio no se han cumplido en ningún caso. Plaza tiene por delante varios años en pérdidas que incrementarán su deuda. Motorland afronta cada año un déficit que (calculo) supera los diez millones y necesita crédito además de llevarse, junto con el aeródromo de Caudé, buena parte del Fondo de Teruel. De amortizar las enormes inversiones llevadas a cabo en estas aventuras ni se habla. En cuanto a lo del Real Zaragoza... ya ven.

Llegados a este punto, algunos dirán que en todas partes cuecen habas, y que para tirar o mangar el dinero del común ahí están Valencia o Andalucía fulminando cualquier récord. Pero ese argumento no vale. Los errores y tropelías ajenos no compensan los propios. Así que yo sigo con mi matraca: más eficiencia, más inteligencia, más compromiso, más honradez. Así de fácil.