A veces los intereses empresariales y los políticos coinciden en una misma idea. Esto es lo que ha sucedido con las iniciativas emprendidas por la multinacional francesa del sector publicitario JCDecaux y los representantes del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Zaragoza, al presionar, cada uno en su ámbito de actuación, para que las paredes exteriores del tranvía de la capital aragonesa vistan vinilos por los que obtener importantes sumas de dinero como soporte publicitario. Casualidad o no, es innegable la coincidencia en el tiempo. Y en ambos casos pasando por alto una circunstancia fundamental: la obligatoriedad de sacar a concurso público esta explotación.

En el caso de JCDecaux, su iniciativa surge el pasado noviembre cuando, aprovechando una propuesta con fines altruistas que llega al consistorio, lanzó una ofensiva en forma de tarifas promocionales que poder distribuir entre sus clientes. Sus precios estimativos de comercialización llegan a diferentes sectores económicos de la capital como un poderoso atractivo: la línea Valdespartera-Parque Goya atraviesa el centro de la ciudad y mueve a miles de viajeros cada día. El problema surge cuando esta propuesta llega a manos del ayuntamiento, que le comunica que tiene terminantemente prohibida la utilización del Urbos 3 como soporte publicitario.

UN 60% MENOS

La multinacional francesa se hizo con el contrato para la explotación de marquesinas y mupis de la traza y las pantallas del interior del tranvía cuando se sacó a licitación. Y ahí acaban sus soportes disponibles. Pero esta propuesta municipal le debió abrir la puerta a saltarse una cláusula de su contrato que reza la imposibilidad de utilizar las paredes exteriores del vehículo. Por más que alegara que los ingresos que está obteniendo con el contrato actual distan mucho de las previsiones iniciales. Son más de un 60% inferiores. Así que esta excepción se planteaba como una oportunidad de revertir la situación, obtener unos ingresos que los mupis y marquesinas no le están reportando. Unos 500.000 euros mensuales en el mejor de los escenarios posibles.

La tentativa decayó y con ella la propuesta altruista. Pero no cayó en saco roto. Al menos en el segundo escenario, el que protagoniza el PP municipal pocas semanas después, aprovechando la discusión por el presupuesto. Una de las críticas enarboladas por el todavía portavoz de los conservadores, Eloy Suárez, por su sucesor, Jorge Azcón, y por el edil Sebastián Contín fue precisamente que el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) no contemplara la posibilidad de comercializar el exterior del tranvía para obtener nuevos ingresos para la ciudad. Obviando, todos ellos, que sería necesario sacar a concurso público la explotación. O, tampoco hay que descartar, para precisamente forzar la licitación y alejar a JCDecaux de este tipo de tentativas de comercialización.

En el caso de Contín, menos discreto que Suárez en sus intervenciones, llegó a asegurar en comisión a la responsable de Movilidad del consistorio, Teresa Artigas, que "ya hay una empresa interesada". Lo que confirma que casual no es esta iniciativa.

Pero el problema de poner publicidad en el Urbos 3 quizá solo sea la punta del iceberg. Tras él está el servicio de explotación del mobiliario urbano de Zaragoza. Ese que JCDecaux lleva prestando sin contrato desde hace tres años, con el último que firmó --15 años atrás-- ya vencido y que le permitiría llevarse todos los soportes que tiene repartidos por la ciudad si se fuerza su marcha. Costaría unos cuatro millones comprar otros nuevos y no hay empresas interesadas en un contrato que implicaría adquirir ese material a la multinacional. Por eso se le mantiene sin contrato y sin pagar el canon de un millón al año. PP y JCDecaux, ¿amigos o enemigos?