NACIMIENTO MADRID, 1928.

TRAYECTORIA MEDICO RURAL, CIRUJANO, PEDIATRA, FORENSE (YA JUBILADO).

OCUPACION ACTUAL PROFESOR DE PSIQUIATRIA FORENSE EN EL INSTITUTO DE CRIMINOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.

--Usted ha realizado unas 4.000 autopsias a lo largo de su vida profesional. ¿Recuerda alguna especialmente?

--Una autopsia que me impactó y que me persigue desde entonces fue la de los marqueses de Urquijo, por ejemplo. Aquello tuvo una resonancia enorme. Otra que siempre cuento es la de mi viejecita de las lentejas: apareció una vez una señora mayor a los pies de la cama como si se hubiera suicidado. Al hacerle la autopsia y abrir el estómago me lo encontré lleno de lentejas en la primera etapa de la digestión. Pensé que una persona que se va a suicidar no se come tantas lentejas. Eso me hizo ahondar más en la investigación y descubrir unos pelitos de saco en la base de la lengua: la habían matado sofocándola. En ese caso, las lentejas nos pusieron sobre la pista.

--¿Es fácil acostumbrarse a tanta autopsia?

--A lo que no me he acostumbrado nunca es a las autopsias de los niños, porque me producen una sensación de malestar profundo. Lo considero como una gran injusticia: que un niño de dos, tres o cuatro meses tenga que morir me sigue creando malestar.

--¿Qué es lo que más le atrae de su profesión?

--La gente piensa que el médico forense es el médico de los muertos, pero también vemos a los vivos. El poder estudiar la personalidad del asesino o del criminal es apasionante. Pero la autopsia es muy bonita, es como un puzle: tienes que ir cogiendo cada figurita distinta e irla encajando hasta que al final todo encaja.

--Usted destaca la importancia y la fascinación de la psiquiatría forense ¿Qué hay en la mente de un terrorista?

--Precisamente hoy --por ayer-- voy a hablar de terrorismo, a raíz del libro En los límites , de José Angel Jarne, del que he escrito el prologo. Nos tenemos que preguntar si estamos ante un pistolero a sueldo, ante un idealista apasionado, ante un psicópata fanático o ante un paranoico.

--¿Alguno de estos tipos de terrorista es más peligroso?

--Tal vez el paranoico, porque cree que está en posesión de la verdad, cree que va a ir al paraíso y es capaz de lo que sea, de morir él pero morir matando. Luchar contra esta gente es muy difícil y muy terrible, porque son impermeables a la argumentación lógica: la razón la tiene él, la tiene Alá o la tiene el País Vasco, por ejemplo.

--Usted también ha analizado la violencia contra las mujeres. ¿Qué destacaría?

--Yo prefiero hablar de maltrato doméstico, porque hay veces que quien maltrata es la mujer. Y muchas veces a quien se maltrata es al abuelo, al niño pequeño... Pero creo que afortunadamente se ha avanzado mucho en este tema. Soy optimista en ese sentido. Con la independencia económica se ha abierto la posibilidad de denunciar al marido. Pero también está apareciendo un síndrome nuevo, el sap (síndrome de alienación parental), ya que se ha demostrado que muchas veces las denuncias de malos tratos son falsas, hasta en el 77% de los casos.

--En décadas como médico forense ha visto avanzar la técnica ¿Qué han supuesto las pruebas de ADN en la investigación?

--Ha sido una revolución extraordinaria, ya que ha supuesto un salto cualitativo muy importante, no sólo de identificación sino de muchas cosas más. Es la huella biológica. Piense que para encontrar una persona con su mismo ADN tendrían que revisarse cuatro mil doscientos noventa millones de personas.