Una joven de Azaila sufrió quemaduras de segundo grado en el cuero cabelludo después de recibir un tratamiento capilar en una peluquería de la capital aragonesa. La víctima, Victoria Gaudes, ha interpuesto una denuncia por un delito de lesiones, mientras que la propietaria del establecimiento asegura que no hubo ningún tipo de negligencia ni de mala fe.

Todo ocurrió el pasado 21 de abril cuando Victoria Gaudes fue a un salón situado en el barrio zaragozano de San José, a realizarse una decoloración del pelo. Pidió vez a las 12.00 horas, pero le avisaron que hasta una hora después no la atenderían. «La peluquera me preguntó si llevaba tinte, pero yo le dije que hacía dos años que no me teñía y que tiempo atrás me había cortado el pelo a lo chico», señala Gaudes.

Tras ello, la peluquera le aplicó el producto en el pelo y casi de inmediato, la joven empezó a sentir molestias. «No pasaron ni 10 minutos y me empezó a quemar el pelo, me había echado el producto por la raíz y me había tapado el pelo con un film transparente», destaca la denunciante, quien añade que «salió humo cuando le quitaron el plástico de la cabeza». A continuación, y medio mareada, la joven salió corriendo al baño a quitarse el producto que le habían echado en el pelo. «Me acompañó la propia peluquera para quitármelo, la cuestión es que el tinte ese se me empezó a escurrir por las orejas y al día siguiente se me llegaron a poner hasta rojas», apostilla.

Fue entonces cuando se hicieron visibles las consecuencias. Primero, tal y como explica a este diario, notó que el pelo le había quedado como si llevara rastas, pero horas más tarde comenzaron los picores y el párpado de uno de los ojos se le hinchó hasta el punto que se le cerró. Asustada, decidió desplazarse al hospital Miguel Servet de Zaragoza para que le trataran. No había médico especialista de guardia y tuvo que ir al Clínico donde un dermatólogo le explicó que tenía quemaduras de segundo grado. «En ese momento me desmoroné, ya no he vuelto a ser la misma porque se me ha caído el pelo a mechones hasta el punto de que me ha dado vergüenza salir a la calle», afirma Gaudes. De hecho, esta joven regenta el único bar de Azaila y admite que tuvo que contratar a una persona para estar de camarera porque «no tenía fuerzas para que alguien me viera en este estado». También resalta que todos los días tiene que ir al centro de salud para que le curen la herida, puesto que «ya se me ha infectado varias veces».

Una situación que lamenta «profundamente» la propietaria de la peluquería, Ruth Terrer, quien insiste en que «no ha habido ningún tipo de negligencia, ni mala fe» por su parte. «Llevo más de 20 años en este oficio y nunca me había pasado algo así, he hecho bien mi trabajo», apunta Terrer.