Francisco José Canela Grima se enfrenta a penas de entre 20 y 25 años de prisión que solicitan las acusaciones por la muerte a tiros de otro joven, Robert Racolti, en enero del año pasado en Ricla (Zaragoza).

Una pena desproporcionada, en opinión de las abogadas de la defensa, Soraya Laborda y Laura Vela, que consideran que el encausado no debe ser condenado por asesinato, sino por un homicidio doloso. A ello, añaden que se le deberían aplicar varias atenuantes y eximentes por confesar los hechos, por cometerlos bajo el influjo de las bebidas alcohólicas y las drogas, por pagar la indemnización y por sufrir un «miedo insuperable» cuando le pegó el tiro en la cabeza a la víctima. Si el tribunal aceptara dicha proposición la condena sería de 5 años.

Las letradas destacan que tanto la víctima como su novia enviaban notas amenazantes a Canela Grima hasta el día que dijo basta y les advirtió que iba a poner una denuncia por amenazas. «Dado que tan solo unas semanas antes, Racolti y su pareja habían sido detenidos por tráfico de drogas, le dijeron de quedar con la intención de arrebatarle las misivas y evitar un nuevo arresto», apunta la defensa. Canela Grima aceptó verse, si bien «temió que Racolti y su novia acudieran con su familia, por lo que decidió sacar del cajón una vieja pistola de su padre fallecido».

Apunta la defensa que disparó contra el suelo para ahuyentarlos, si bien la víctima se giró y se abalanzó sobre Canela Grima que, durante el forcejeo, le pegó el «fatídico disparo». Destaca también que, al percatarse de lo sucedido, le intentó taponar la herida y gritó que alguien llamara a la Guardia Civil.