--¿Tiene miedo?

--Sinceramente, no tengo miedo a la enfermedad, sino respeto. El único temor que puedo tener es a no hacerlo bien. Debemos esforzarnos al máximo por los pacientes, pero también por el personal. Los enfermos saben que tendrán lo mejor que puedan tener, por eso es importante tener todas las garantías en la preparación del personal y eso es lo que estamos buscando tanto los responsables del servicio como el resto de sanitarios y la Administración.

--¿Cuál es el ambiente que se respira actualmente en el hospital?

--Ha cambiado bastante en una semana. Hace unos días había una importante alarma social por las noticias procedentes de Madrid motivadas, a su vez, por la difusión de la prensa, pero cuando la Administración empezó a tomar cartas en el asunto de forma mucho más seria y se activó el protocolo interno, nuestro esfuerzo se ha encaminado a suplir esa alarma social con preparación y formación. Y la gente ha respondido bien, aunque, lógicamente, con su preocupación. Poco a poco van mejorando su situación anímica, a pesar de que, para ellos, sigue siendo preocupante.

--El personal de enfermería llegó a emitir una nota en la que admitía su "angustia y estrés". Parece muy fácil cometer un error al manipular el traje especial.

--El ánimo, como le digo, es fluctuante. Ha mejorado un poco porque ven que no hay nada imposible, aunque hay días que están mejor y otros peor. Es humano y lógico pero lo que hay que hacer es darles amparo y estar con ellos formándoles. Es verdad que es difícil, sobre todo al quitarlo porque va muy cerrado y no es fácil retirarlo teniendo en cuenta que toda la parte exterior puede estar contaminada.

--Ese personal se tuvo que designar a través de un sorteo ante la falta de voluntarios. ¿No hay vuelta atrás en esa elección?

--Realmente, dependería de dirección de enfermería, pero el sorteo era libre y aleatorio y estaban presentes varias personas. Se decidió que fuera así, pero nada debe ser rígido ni definitivo porque no todos los casos son iguales. Habría que valorar uno a uno y podía haber alguna excepción, pero para ello debería estar perfectamente diseñada la forma de poder excluir a ese personal.

--¿Usted se presentó voluntario?

--En los médicos es distinto. Dentro de Medicina Interna está la unidad de Infecciosos compuesta por dos personas que colaboran y la apoyan. Desde el primer momento, esos son voluntarios y no necesito más de Medicina Interna o de otros servicios. No se contempla que ningún otro miembro entre a cargo de esta situación a no ser que llegaran muchos pacientes afectados, algo que no va a ocurrir. Cada uno debe estar en su parcela.

--¿En qué medida es factible que el Royo Villanova llegue a acoger a un paciente con ébola?

--Es muy poco factible porque existe muy poco riesgo de contagio. De hecho, por el momento en España solo una persona puede contagiar y está aislada y hospitalizada. No podemos decir que no vaya a pasar que venga alguien de alguno de los países transmisores, pero es importante que la gente sepa que el contagio no es tan sencillo. Fuera de las secreciones del cuerpo humano, el virus dura muy poco en el ambiente. Me refiero a ese temor a apoyarse en las barras del tranvía o tocar las manecillas de una puerta. Porque el virus, repito, solo permanece en las secreciones y, además, saliva y sudor son las que menos virus contienen. Es decir, si en esas barras o en esa manecilla hubiera algún virus, desaparecería enseguida. En sangre, vómitos, heces o semen la situación es más compleja pero el contagio tampoco es sencillo. Porque en la calle no se tiene contacto directo con las secreciones. Otra cosa es en África, donde hay más contacto con ellas, ya que besan o acarician a los muertos y es ahí, precisamente, donde hay una carga viral importante. Por eso, si aquí se detecta a una persona, hay que saber que el virus es muy poco contagioso y muy poco transmisible en los primeros días. Y, conforme pasan más días, aumenta el riesgo de contagio, pero, para entonces, esa persona ya está aislada.

--Decía el doctor Badiola que en España se ha pecado de improvisación en la gestión de esta crisis. ¿Coincide con él?

--El ébola ha podido coger desprevenido a todo el mundo occidental porque no habíamos tenido casos. Siempre pasa algo así con algo que no esperas porque tener montado un sistema de prevención por si afecta algo tan poco frecuente es muy costoso económicamente, así como en medios humanos y materiales. Es por eso que nos ha pillado un poco desprevenidos, sí.

--¿Cree que se han cometido errores?

--Desconozco los pormenores del protocolo que se ha seguido en Madrid, pero tengo mi opinión como médico y creo que se debería haber estado seguro de que todo estaba correcto antes de la repatriación del primer misionero. Probablemente lo estaba, pero se decían muchas cosas, como que se estaba desmantelando el hospital, que si avisó, que si no lo hizo.... Está claro que la auxiliar se contagió porque se rompió el protocolo, pero desconocemos en qué momento y cómo fue. En todo caso, no deberíamos hablar de errores sino de esa ruptura de protocolo, pero lo más importante es que ahora hemos reaccionado y hay que mirar hacia adelante y, ante todo, tranquilizar a la población. Ahora viene la gripe y no hay que confundir los virus porque los síntomas son similares. El diagnóstico de ébola siempre tiene que ir asociado con haber venido de uno de los países transmisores o haber estado en contacto con un portador. No porque tengas fiebre o te duela la cabeza se tiene ébola.

--¿Les preocupa que pueda generarse un caos y acuda aún más gente a Urgencias?

--En el ámbito sanitario todos los años nos preocupa esa sobrecarga en Atención Primaria y Urgencias de hospitales. En este caso, la previsión es que va a haber muchas consultas en este sentido. Y estamos preparados.

--¿Está el Royo absolutamente listo ante un caso de ébola?

--En cuanto a recursos materiales estamos extraordinariamente bien y en recursos humanos hay personal muy bien cualificado. Hemos pasado por un par de epidemias, como la gripe aviar y la gripe A, y se resolvieron correctamente. Lo que nos falta es la preparación y ya estamos sobre ese tema. Es la única rendija que se nos puede escapar y por eso hay que hacer mucho entrenamiento.

--¿Qué deberíamos aprender de todo esto?

--Enseñanzas médicas, humanas y políticas. Por ejemplo, que hay determinadas enfermedades de las que no nos hacemos cargo hasta que nos tocan de cerca a pesar de que matan a mucha gente en el tercer mundo. Y, desde el punto de vista médico, que la visión de los profesionales sanitarios es muy importante ante cualquier asunto relacionado con la salud. Por eso, es necesario aumentar la confianza del médico por parte de los políticos.