Una de las actividades más curiosas e interesantes del Festival Aragón Negro ha sido el juego de rol. Una novedad, hasta cierto punto, como actividad pública, pues el rol, como la mayoría de sus participantes, siempre o casi siempre han ido muy por libre, asociándose de manera espontánea y explorando sus propias vías de participación.

La escritora Virginia Aguilera consiguió organizar una partida de iniciación en el cementerio de Torrero que despertó una gran expectación. Manuel Gracia, gerente de Serfutosa y Blanca Blasco, coordinadora de las actividades culturales del camposanto y muy comprometida con la divulgación de su patrimonio, dieron toda clase de facilidades para que las partidas comenzaran bajo la dirección de David Bueno, Jorge Mir y Santiago García.

Y así, cada mesa se transformó mágicamente en un escenario de ensueño, los que los instructores habían diseñado para cada círculo. El Chicago de los años veinte fue una de las propuestas más reconocibles, pero en la llamada Savage worlds abundaban mundos salvajes que hicieron alucinar a los jugadores. Hubo también un círculo de Rol Negro, un guiño al Festival en clave policíaca, con toda clase de episodios, subtramas y vericuetos argumentales.

Las partidas duraron tres horas, pero podrían haber continuado indefinidamente, seriándose en sus propias ficciones y desarrollando los personajes hasta hacerlos cada vez más complejos e interrelacionados entre sí.

La magia del rol requiere que los participantes asuman al menos a uno de los protagonistas en las historias propuestas y que se metan a fondo bajo su piel, aceptando sus cánones originales como caracteres exentos y desarrollándolos de acuerdo a sus propias personalidades. Un ejercicio nada fácil, a priori, pero que, una vez emprendida la partida, se desarrolla con una sorprendente facilidad, adaptándose en seguida el nuevo jugador a los conflictos argumentales.

Decía el gran Turgenev que lo único que debería hacer un novelista era crear personajes y desarrollarlos entre sí, y eso es un poco el sustrato del rol, situándose desde un principio más allá de la frontera natural del realismo para saltar al mundo de lo fantástico.

Un ejercicio sugerente, en cualquier caso, capaz de enseñarnos algo, o bastante más sobre nosotros mismos.