La medianoche de Jueves Santo. Esa es la hora en la que el estruendo desgarra la noche en siete de los nueve pueblos de la Ruta del Tambor y el Bombo del Bajo Aragón. Es el acto de romper la hora, con el que centenares de bombos y tambores comienzan a sonar al mismo tiempo para rememorar el temblor de tierra que se produjo, según la Biblia, en el momento de la muerte de Cristo.

Cientos de cofrades de Albalate, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda --que contó con la presencia del presidente aragonés, Javier Lambán y la consejera de Educación, Mayte Pérez-- y Urrea de Gaén llenaron las plazas de sus municipios para tocar al unísono los instrumentos. En Calanda se producirá hoy a las 12 del mediodía, de la mano de la directora de cine Isabel Coixet, encargada de dar el primer toque. En Alcañiz no se rompe la hora.

De este modo celebran en estas localidades turolenses la Semana Santa, fiesta de Interés Turístico Internacional desde el año 2014, en la que se combinan las procesiones y el recogimiento con el ambiente festivo.

Una de las más espectaculares es la que se celebrará en Híjar, donde el estruendo en la plaza monumental cuando el alcalde baja la vara de mando, es uno de los motivos por los que su Semana Santa ya fue declarada de Interés Turístico Nacional en 1979.

«Es una repetición de lo que hacemos todos los años pero cada año es diferente. Cada año es único e irrepetible aunque cada año se repita, esa es la paradoja», explicaba a Efe el alcalde, Luis Carlos Marquesán.

ADN SONORO

Y es que «el sonido de los tambores y bombos en el Bajo Aragón es especial» según Segundo Bordonaba, presidente de la Ruta..

«Los tres colores de las túnicas --azul cielo, morado y negro-- son el color de la ruta, y los tambores y bombos el ADN sonoro de estos pueblos», añadía pocas horas de la celebración que estas localidades afrontan con los hoteles llenos y con una población que se duplica estos días.

Cada pueblo tiene, además, peculiaridades propias, como los putuntunes de Calanda --soldados romanos y el caballero Longinos-- que guardan el Monumento al Santísimo y acompañan al Sepulcro en la procesión; o la Guardia Romana de Alcorisa que irrumpe en la iglesia y custodia el Santísimo hasta la hora del Santo Entierro. La cofradía de los Rosarieros de Híjar, los alabarderos de Calanda que dan el toque inicial para romper la hora...

El Jueves Santo también es un día grande en la capital aragonesa por la cantidad de cofradías y hermandades que procesionan en apenas doce horas: catorce. Y por primera vez en muchos años, sin la temida mirada al cielo por las amenazas climatológicas.

Miles de tambores, bombos e intrumentos abarrotaron las calles zaragozanas. «Con este tiempo da gusto ver las procesiones. Y estas de Zaragoza han sido para mí un descubrimiento» explicaba a este diario Carles, un turista barcelonés. «No pensábamos que tendríamos tan buen tiempo en Zaragoza», añadía Ezequiel, llegado de Albacete.

Lo cierto es que a las 16.30 horas algunos termómetros de la ciudad marcaban los 28 grados de temperatura. Y aunque para los cofrades «mucho calor tampoco es bueno», las temperaturas contribuyeron a que el sonido de los bombos y tambores fuera escuchado por mucha más gente y los pasos lucieran en todo su esplendor.