El Juzgado de Instrucción número 1 de Zaragoza tiene pendiente reanudar las diligencias para aclarar cómo se produjo el hematoma de 2,5 centímetros que presentaba en la cabeza Miguel Ángel Fernández Fernández, un preso que falleció en los calabozos de la comisaría del Actur de la Policía Nacional, en abril del año pasado. Para ello, en fechas aún no determinadas, se deberán visualizar las cámaras de la comisaría de Delicias -donde fue recluido en primer lugar- y tomar declaración a otro detenido a la vez que él, que actualmente cumple condena en Zuera.

La Audiencia Provincial de Zaragoza ordenó reabrir la investigación sobre las lesiones el pasado mes de diciembre, después de que la familia del fallecido -representada por el letrado Marco Navarro- y la Asociación Libre de Abogados de Zaragoza (ALAZ), como acusación particular, recurrieran el archivo dictado por el juez José Ignacio Martínez.

La Sección Primera de la Audiencia Provincial vio fundamentado el archivo respecto a la muerte, «natural» para los forenses, por una patología cardiaca. Los familiares denuncian que recibió un cóctel de fármacos en los dos días que estuvo detenido -el 4 y el 5 de abril-, pese a que no era toxicómano.

La Policía y los médicos, sin embargo, alegan que amenazaba con autolesionarse si no le daban metadona, y que se golpeó la cabeza con las paredes. Los forenses concluyeron en un segundo informe que los fármacos pudieron tener «alguna influencia» en la muerte, pero no decisiva.

Pese a avalar las pesquisas sobre la muerte, los magistrados consideran que no se ha investigado todo lo posible sobre el hematoma, que ahora deberá aclararse judicialmente.