El despiste de un adicto al speed llevará al banquillo de la Audiencia Provincial de Zaragoza a su presunto camello, que afronta una petición de cárcel de nada menos que cuatro años y medio de prisión, dado que tiene antecedentes por narcotráfico. Aunque la única prueba contra él, según señala su abogada, Ana Herrando, es el testimonio del olvidadizo toxicómano.

Este, trabajador de General Motors, se dejó precisamente en el autobús de empresa una cajita negra, el pasado 21 de septiembre, que fue encontrada por los empleados de la compañía de transporte Therpasa cuando terminó la ruta. El envase contenía una sustancia blanquecina que resultó ser 11 gramos de speed (anfetamina), de baja pureza.

Probablemente hubiera sido difícil atribuirle su propiedad a alguien, pero fue el propio dueño el que llamó a la empresa para reclamar el paquete que se había dejado en el bus. Y al ir a recogerlo le recibió la Guardia Civil, ya avisada del hallazgo.

Según dijo a los agentes, la sustancia --con un valor de casi 300 euros-- se la había comprado 15 días antes a un compañero de trabajo, el que será el acusado, del que de hecho afirmó que era su proveedor habitual.

Así al menos lo considera la abogada del presunto traficante, Ana Herrando. Según señala en su escrito de defensa, la única prueba que hay contra él es su testimonio. Ambos se conocían, admite, pero hacía más de seis años que no mantenían ningún tipo de contacto, por teléfono ni mensajería. Y dado que trabajaban en partes distintas de la fábrica de automóviles, ve difícil que tuvieran un contacto fluido cara a cara como para llevar a cabo las compraventas de droga.

La Fiscalía sí cree que hay pruebas suficientes de la autoría, y dado que el acusado tiene antecedentes pide para él cuatro años y medio de prisión y más de 800 euros de multa.