Dcenas de españoles nacidos con malformaciones por culpa de la talidomida recibieron ayer con estupor la noticia de que no cobrarán las indemnizaciones dictaminadas hace un año por un juez de Madrid que establecía 20.000 euros por cada uno de los 23 afectados.

La satisfacción por la excelente nueva de entonces se ha transformado en decepción después de hacerse público el fallo de la Audiencia Provincial madrileña, que anuló la sentencia original por un detalle técnico al considerar que la Asociación de Víctimas de la Talidomida en España (Avite) tardó en interponer la demanda contra la farmacéutica alemana Grünenthal "más de los 12 meses que dicta la ley desde el momento en que se tienen los elementos de diagnóstico necesarios para hacerlo".

"Los afectados, tras más de 50 años de lucha, tienen aún la posibilidad de recurrir ante el Tribunal Supremo. Lo harán, pero entretanto califican de "mazazo tremendo" y de "golpe muy bajo y muy fuerte" la decisión, según expresaron ayer dos de los diez aragoneses que por culpa de este medicamente son víctimas de las malformaciones.

"Estoy en shock. Nos han condenado a vivir una vida de mierda y no puedo entender lo que pasa por la cabeza de quienes gestionan la justicia de este país. Seguimos teniendo secuelas y no nos pueden decir que la situación ha prescrito. Las formas no han sido las correctas", explicó Rafael Basterrechea, vicepresidente de la Asociación de Víctimas de la Talidomida en España (Avite) que nació, el 6 de marzo de 1965 en Barbastro, con los dos brazos más cortos de lo normal y los codos rígidos.

"Si los jueces han necesitado 87 folios para explicar una prescripción que se hace en tan solo dos es que su conciencia no está bien. Vamos a ir al Supremo, porque nos han llevado a una vida de penalidades y no vamos a parar", apuntó Basterrechea.

Luisa Torrijos, vecina de Maella, no tenía palabras ayer para poder explicar cómo se sentía. "No entiendo las leyes de este país. Estoy muy confusa. ¿Cómo va a prescribir una cosa así? Nos ha tocado pelear mucho y no nos vamos a rendir a la primera de cambio, pero esto es un golpe muy bajo. La justicia sigue amparando a la gente poderosa y a los más débiles nos dejan abandonados", consideró Torrijos, que nació sin el antebrazo.

DESDE 1957

"¿Cuántas veces más vamos a tener que superar el complejo de inferioridad?", se preguntó con resignación. "Me da rabia por mi madre, porque yo quería un veredicto de culpabilidad para la farmacéutica alemana que ayudara a mis padres a quitarse de la presión de culpabilidad que sienten", explicó la aragonesa.

Grünenthal empezó a comercializar la talidomida en 1957. El medicamento se llegó a vender en más de medio centenar de países y bajo unos 80 nombres comerciales diferentes. En España, el fármaco se siguió vendiendo hasta el año 65.