Jonh Mayron L. L. reconoció ayer que, hace dos años, mantuvo relaciones sexuales con la que era su novia, T., cuando él tenía 19 años y ella 12. «Yo no sabía la edad, ella siempre andaba con mayores», expuso el joven, acusado de abusos sexuales. El Código Penal castiga el sexo con menores de 16 años, aun consentido, con hasta ocho años de cárcel, que eran los que pedía el fiscal para él. Pero al haber abonado previamente la responsabilidad civil que le pedían, 1.200 euros, le rebajó la petición a la mitad, cuatro años, reconociéndole la atenuante de reparación del daño.

El joven explicó que la menor salía con su madre en un grupo de amigos de origen latino (él es ecuatoriano, ella colombiana) de todas las edades. La niña acompañaba a la madre a todo tipo de eventos, incluidas discotecas o bares, afirmó, aunque la madre negó esto último al declarar, posteriormente.

En ese contexto se enamoraron, y mantuvieron una relación a espaldas de su madre en la que en una ocasión, en un embalse a las afueras de Tarazona, donde residían, mantuvieron relaciones sexuales completas.

El joven afirmó ante las preguntas de su abogada no solo que no sabía la edad de su novia, sino que desconocía que estuviera prohibido por ley mantener relaciones con menores de esa edad, porque estaba «recién llegado de Ecuador, y allá se casan de poca edad».

Este desconocimiento fue lo que alegó su defensa para pedir su absolución, al concurrir a su juicio el «error invencible», ya que ni sabía qué años tenía la niña ni que era ilegal tener sexo consentido a ninguna edad.

ROMEO Y JULIETA / Alternativamente, solicitó rebajar la pena a un año de prisión, sustituida por trabajos en beneficio de la comunidad, tanto por la reparación del daño como por la llamada cláusula de Romeo y Julieta, un artículo del Código Penal que permite modular la pena si hay una madurez mental aproximada entre el presunto abusador y la víctima, hablando siempre de relaciones consentidas.

La pericial de la psiquiatra forense, sin embargo, no había acreditado tal semejanza de madurez. Según el análisis, ambos tenían la edad mental correspondiente con la física, y de hecho la psicóloga forense incidió en que el coito ocurrió en una situación de cierta vulnerabilidad de la niña. Según expuso, estaba en una situación emocional inestable por tener problemas en casa y en el colegio, y él la sedujo diciéndole que quería ser su novio, llevando además preservativo, cosa que no hacía normalmente.

En la vista también compareció la menor, que reconoció que fue sexo consentido y que estaba «enamorada de él». Según contaron ella y su madre, llevaban la relación en secreto hasta que, una de las veces que hizo pellas y fue a casa del chico, su madre la sorprendió saliendo.

Salvo el propio acusado, todos los testigos coincidieron en que el acusado sabía la edad de la joven, al menos cuando mantuvieron las relaciones. Aunque también acreditaron que eran novios y que en el contexto, no veían extraño que lo fueran.