David Giménez Amaya volvió ayer a sentarse en un banquillo de los acusados. En esta ocasión no fue por los habituales robos con fuerza que cometía y por los que cumple condena en la cárcel de Zuera, sino por, supuestamente, violar a su compañero de celda. Los hechos habrían ocurrido el 3 de abril del 2015, a las 17.15 horas.

El procesado, que se enfrenta a penas de entre 13 y 15 años de prisión que solicitan la Fiscalía y la víctima, respectivamente, aseguró, ante los magistrados de la Audiencia Provincial de Zaragoza, que fue sexo consentido. Una versión nueva sobre unos hechos que durante la instrucción negó. Se lo reprochó el fiscal Javier Checa, destacando que el cambio podía responder a que los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) habían descubierto su semen en el interior del ano del denunciante.

Ante ello, el procesado, defendido por el abogado Pedro Jiménez, apeló al pánico que tenía de que en la cárcel se supiera que mantenía relaciones con otros hombres. «Él se dejó que lo hiciéramos, no lo conté antes porque tenía miedo». También señaló que no era la primera vez que mantuvieron relaciones sexuales con penetración, que esta era la segunda ocasión, y que otras veces se habían masturbado mutuamente. David Giménez Amaya dejó entrever que la denuncia de su compañero de celda -con el que llevaba un par de semanas en el módulo 1- se produjo después de que él solicitara un cambio.

LA VÍCTIMA

La víctima ofreció una descripción muy diferente de los hechos. A preguntas de su abogada, Pascuala Martínez, señaló que se sintió obligado a mantener relaciones, puesto que le colocó un pincho carcelario en el cuello. Explicó que todo sucedió cuando se bajó de la parte superior de la litera porque «iban a fumarse un porro». Ya en el colchón del enjuiciado, según aseguró, este le dijo de masturbarse, pero se negó. Inmediatamente tenía el objeto punzante sobre la yugular.

Este hombre afirmó que pasó «miedo» y que desde ese momento tiene «muchas pesadillas». Reconoció que en un primer momento tenía pensando vengarse y agredirle con un pincho que le habían dejado, si bien «decidió denunciarlo en vez de apuñalarlo, de hecho cumplo condena por acuchillar a una persona».

Los funcionarios del centro penitenciario de Zuera coincidieron en el estado de nerviosismo de la víctima. «Nada más abrir las puertas, vino alterado hacia nosotros y nos dijo: tengo que decir algo muy grave, mi compañero de celda me ha violado», resaltó uno de los trabajadores. Estos empleados destacaron en el registro de la celda no hallaron ningún arma, salvo la entregada por la propia víctima.

Revelador fue el informe forense que destacó lesiones en el ano y en el cuello, propias del uso de dicho objeto penitenciario.