Una invesrigación por una cuestión de extranjería, que no llegó a ningún puerto, destapó una organización compuesta por nada menos que 23 personas que, supuestamente, se dedicaban a introducir cocaína -desde Madrid- en el mercado de la droga de la capital aragonesa, además de distribuirla con varios camellos. Al frente de la trama, según la investigación policial, estaba un clan familiar de origen colombiano, conocido como «Los Insusti». Ocho de sus miembros, defendidos por José Luis Melguizo, negaron ayer la mayor ante la Audiencia de Zaragoza. Afirmaron que ellos se dedican al mundo de la hostelería y llegaron a afirmar que ni la mensajería intervenida por los agentes corresponde con ellos. La matriarca, Nurby Lucía Rodríguez, dijo que nunca hubo droga en su casa.

No obstante, uno de ellos, Jorge Insusti, no tuvo otra que admitir los hechos, puesto que fue sorprendido con 617 gramos en el interior de una caleta hecha en su turismo y también en su domicilio. Ante la evidencia, Fiscalía y su abogado, José Cabrejas, pactaron una pena de cuatro años y medio de cárcel, frente a los ocho a los que se enfrentaba. El responsable del taller situado en el Parque Tecnológico de Reciclado (PTR), Joselito Salazar, admitió que muchos vehículos de Los Insuasti los reparó, pero que nunca hizo una caleta.

Junto a Jorge Insuasti, también admitieron. en parte. la acusación pública Juan David Arcila y Óscar Andrés Sánchez, quienes intentaron rebajar su papel en la organización, a la vez que afirmaron que todo lo hicieron para tener un acceso más directo a la cocaína. Drogadicción por la que sus letrados, Javier Notivoli y Juan Martín Calvente, pidieron que se atenuaran sus penas.

Esta operación se saldó con 400.000 euros en coca intervenida y una docena de registros.