La bajada del canal, impulsada por diversos colectivos del distrito de Torrero, ha tenido históricamente un carácter reivindicativo. Orientada hacia la mejora de las zonas verdes que atraviesa el canal y a la conjunción de pinares, parque Grande y ribera del cauce, este año ha tomado un cariz más reivindicativo: la situación económica y los recortes tanto desde el Ayuntamiento de Zaragoza como desde el Gobierno de Aragón centralizan las protestas de la XXX bajada del Canal. Un aniversario convulso y con mayor cariz político que nunca.

"Ya es un éxito aguantar con la celebración del evento durante tres décadas", explica el presidente de la Asociación de Vecinos Venecia-Montes de Torrero, Javier Grassa, principal impulsora de la actividad, que cuenta habitualmente con la participación de otros colectivos del barrio --La Paz y Torrero-- y, en esta ocasión, con las distintas mareas reivindicativas e incluso sindicatos. "El objetivo es hacer una protesta más global", al margen de las cuestiones puntuales de la bajada al canal. Y el modelo parece cuajar. Sobre todo en una jornada como la de ayer, en la que el buen tiempo y la temperatura del agua hacían más agradable el trámite del chapuzón.

Entre las reivindicaciones, cabría destacar, según Grassa, la ya comentada unión del parque Grande, el pinar de Venecia y el Canal Imperial; la recuperación de las orillas cercanas al bosque; la adecuación definitiva del tramo de San José --para el que cuentan con el apoyo del colectivo del distrito, entre cuyas principales reivindicaciones se encuentra esta cuestión y que se demora en el tiempo--; las tres pasarelas "prometidas" a su paso por el distrito; y la limpieza de las riberas, que en algunos tramos se encuentran totalmente dejadas, según Grassa.

Más allá del ecologismo

Pero este año las protestas han ido más allá del ecologismo --el origen de la iniciativa está en reivindicaciones verdes-- o los espacios naturales de la ciudad. Los recortes en educación, sanidad y servicios sociales capitalizan la bajada "más dura", por las circunstancias, de los últimos años. No ha habido un contexto igual, según Grassa, para dejar a un lado los temas del distrito y realizar una protesta global. "Va a ser el reflejo de la situación actual. Hemos invitado a todos los colectivos sociales para que sean reflejo de los recortes a nivel autonómico y municipal, con el catastro o la privatización del agua, además del cierre de las bibliotecas por las tardes durante el verano. O de asuntos sanitarios, como dejar sin cobertura a los inmigrantes en una situación así".

Durante todos los años, la afluencia se ha mantenido estable: unas trescientas personas ocupan con sus barcas el canal, y dibujan una estampa que se ha perdido con el paso de los años. El canal, al fin y al cabo, sigue comunicando. Antes comunicaba ciudades y regiones. Y ahora comunica el descontento social, treinta años después de que por sus aguas volvieran a surcar embarcaciones.