La precariedad de la plantilla está dejando bajo mínimos la capacidad de la Guardia Civil para prestar en Aragón los servicios de seguridad ciudadana y para garantizar la operatividad de los grupos de investigación. La dirección general del instituto armado lo ha reconocido implícitamente al incluir a las tres provincias de la comunidad entre las once unidades territoriales en las que saldrán a concurso vacantes. No obstante, esa decisión no resolverá, ni de lejos, los problemas de falta de personal: se trata de distribuir a 250 guardias novatos entre las tres provincias aragonesas, las cuatro catalanas, Baleares, Soria, Guadalajara y Castellón, además de la Uprose (Unidad de Protección y Seguridad).

Fuentes del cuerpo reconocen que la situación es de "colapso". Agentes de cuartelillos de zonas rurales se ven obligados a patrullar en solitario con el vehículo oficial para lograr un mínimo efecto disuasorio, ya que salir en pareja les obligaría a cerrar el puesto. La mayoría de las unidades especializadas se ven desbordadas ante la escasez de efectivos para afrontar el aumento de la tarea generado por la crisis --una unidad zaragozana de tres agentes tiene encomendada la protección de 90 mujeres maltratadas--. Puntos estratégicos carecen de los agentes mínimos para garantizar la vigilancia. Y, como consecuencia, los tiempos de reacción a las llamadas de los ciudadanos crecen al mismo tiempo que aumenta la especialización y preparación de las bandas que operan en el mundo rural.

REDUCCIÓN La falta de efectivos --la academia no produce agentes suficientes para cubrir las jubilaciones-- se da de manera generalizada en España, aunque es especialmente grave en las provincias indultadas de la reducción de la oferta de empleo público por la Dirección Adjunta Operativa (DAO). De hecho, el Estado Mayor del cuerpo admitía hace unos días, en una nota difundida a las jefaturas, que esa "pérdida de efectivos" tendrá efectos "en la operatividad de las distintas unidades del cuerpo".

Esa misma comunicación incluía el anuncio de que únicamente saldrán a concurso las vacantes en las unidades --territoriales o especializadas-- en las que el nivel de cobertura de plazas sea inferior a la media de todo el instituto armado. En el resto de comandancias no se sacarán "en el próximo concurso ni en anuncios a medio plazo".

La Guardia Civil afronta tiempos duros. De hecho, la dirección indica en ese comunicado que su criterio en materia de personal consiste en "que las desigualdades que se produzcan se distribuyan de una manera lo más equitativa posible". "También se va a limitar la publicación de un determinado número de vacantes" en los órganos centrales, las jefaturas y las especialidades "para, de igual modo, soslayar en la medida de lo posible la pérdida de efectivos", añade.

Es decir, que todas las unidades sufran las estrecheces por igual en lugar de reforzar la plantilla del cuerpo encargado de la seguridad ciudadana en más del 90% del territorio estatal, de la vigilancia de las fronteras y de actuar como resguardo fiscal del país.

ESTRUCTURA Hace unos meses, con la llegada del general Germán Gómez a la jefatura de la Zona de la Guardia Civil de Aragón, el instituto armado habilitó en Zaragoza a un centenar de agentes para tareas de seguridad ciudadana cerrando por la tarde los cuarteles rurales y centralizando las llamadas en el Centro Operativo de Servicios (teléfono 062), desde donde eran asignadas las tareas a las patrullas. Sin embargo, la carencia de efectivos hace que, ya durante las mañanas, numerosos comandantes de puesto y jefes de línea deban optar entre mantener el cuartel abierto con dos agentes, cerrarlo y ponerlos a patrullar u optar por las rondas disuasorias de uno de ellos mientras el otro se queda en el cuartel.

"Con el modelo policial actual de un cuartel en cada pueblo es imposible prestar el servicio de seguridad", señalan en la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC, mayoritaria en el cuerpo). Coinciden con muchos mandos, pero no con todos.