Parecen mosquitos convencionales, pero son peores. La mosca negra, un insecto de entre 3 y 6 milímetros, de la familia de los simúlidos, no pica, literalmente muerde. Su marca no se nota al principio, ya que segrega con su bocado un anestésico, un vasodilatador y un anticoagulante; pero el resultado es una picadura rojiza, sangrante y con una considerable inflamación de la zona. Dolorosa y molesta, siempre se agrava más en personas con mayor sensibilidad, que pueden terminar en los servicios médicos de urgencias.

De estas sensaciones saben muy bien en la zona oriental de Aragón, en las vegas de los ríos Cinca, Alcanadre y el Bajo Ebro, donde la mosca negra ha proliferado en los últimos años. "No te pican, se te comen viva". Así de contundente se muestra María Sillué, vecina de Fraga, que reconoce haber sido atacada por la mosca negra en más de cinco ocasiones. "Da igual cómo te vistas. El otro día, estaba jugando a la petanca, llevaba pantalones largos, se me metieron por debajo y me acribillaron", dice la mujer mientras asegura que en la zona de las riberas hay "muchas más" que en Mequinenza. "Lo peor es la marca, se te queda durante meses, incluso un año", señala Sillué.

A la orilla del embalse de Mequinenza, los turistas extranjeros pescan sin preocuparse por el temido insecto, incluso reaccionan con sorpresa. Sebastián, un joven alemán, explica que no ha tenido ningún problema con los insectos, afirmación que corrobora su compañero de pesca, Sven. A unos cuantos metros descansa Heidi, una mujer británica que disfruta del sol y vigila las cañas de pescar. "Es verdad que hay muchos mosquitos, pero no pican, no hay problemas", confirma la turista.

Sin embargo, para los vecinos de la Mequinenza, en la confluencia de los ríos Ebro, Segre y Cinca, la mosca negra es ya demasiado conocida. "El viernes pasado me picaron siete mientras estaba en la terraza del bar", comenta Alicia Caballer con una amiga mientras muestra las marcas en su pierna. "No es que haya una plaga, de hecho hay mucha gente a la que no le ha picado. Esto es como los mosquitos, a unos pican y otros tienen mejor suerte. Aun así, lo mejor es untarse bien de Aután", continúa la vecina de Mequinenza.

Los repelentes siguen siendo la mejor arma contra las picaduras. Así lo explican en la farmacia de Melania Herrero en el municipio. Detrás del mostrador, María Rosa Roca saca la gama de productos que se emplean para evitar la mordedura del insecto: "El año pasado, para estas fechas, ya habíamos vendido un centenar de repelentes; esta temporada vamos por la mitad". Pero toda precaución es poca y este año se han armado con un repelente más fuerte, "el que se utiliza en países exóticos, lugares naturales de estos insectos", indica María Rosa; y parece que tiene gran aceptación. Sin embargo, para muchos el antimosquitos no es suficiente y terminan con alguna picadura. "Suelen venir aquí antes de acudir al médico. Lo primero que aconsejamos es que se pongan hielo y que eviten rascarse. Les damos alguna crema para el alivio del picor, por ejemplo Hidro C Isdin, que es un corticoide muy suave", explica Roca, aunque aclara que a mucha gente la tienen que mandar al Centro de Salud porque la inflamación es más grave, o porque no ha podido evitar el picor y ha terminado rascándose mucho, lo que ha complicado más la situación.

A estas alturas, más de 50 personas ya han pasado por la farmacia de Mequinenza para comprar alguna pomada o crema que les rebaje la inflamación y les calme el picor. A pesar de estar por debajo de las cifras de otros años, María Rosa Roca confirma que esperan que la demanda vaya subiendo con el paso de los días.

Aguas arriba, en Torrente de Cinca, la situación parece más preocupante. "Hay una barbaridad de moscas negras, más que el año pasado; incluso sulfatas y no se mueren", apunta Juan Teixido, propietario de varios campos de frutales en la localidad bajocinquesa. "Por la orilla del río aún hay más y parece que nadie pone solución", continúa mientras muestra sus piernas repletas de puntos rojos, marcas de antiguas picaduras. La recogida de la fruta se complica bastante con los insectos rondando. Entre los árboles, rodeado de mosquitos y con un caldero de rojas nectarinas aparece un empleado vestido con pantalón y camisa larga, bajo el sol y con una gorra que lleva incorporada una tela mosquitera. "Los recolectores llevan pantalones largos y les hemos comprado unas mascarillas", comenta Teixido, "porque si no es imposible trabajar".

Los primeros afectados por la mosca negra se registraron en Tarragona, hace ya diez años, pero el molesto insecto ha llegado en los últimos veranos a tierras aragonesas, y la situación no parece remitir. La mosca negra tiene un radio de acción de unos 20 kilómetros desde el lugar donde cría, pero puede llegar a 50 kilómetros. Su hábitat son los ríos y torrentes, ya que allí depositan sus larvas, que son subacuáticas y se desarrollan en aguas, generalmente, más oxigenadas. El verano pasado, más de 2.100 personas fueron atendidas por picaduras de este insecto en Cataluña, su principal zona de actuación. La Generalitat, consciente del problema, más extendido en su territorio, anunció esta semana que va a comenzar en Lerida el primer tramiento contra la mosca negra, tras superar con éxito las pruebas. De hecho, el delegado del Gobierno catalán en Lerida ha señalado que ya se han puesto en contacto con la Diputación General de Aragón para poder llevar a territorio aragonés dicho tratamiento.

Por ahora, cada uno sobrelleva las molestias como puede, mientras los agricultores de la zona urgen medidas. El Ayuntamiento de Mequinenza, por su parte, ya ha emitido un bando municipal para explicar a los vecinos cómo evitar las picaduras o minimizar sus síntomas. Tres consejos básicos: untarse producto repelente, llevar ropa clara y vestir con manga larga.