«La construcción de nuevas vías de transporte, como por ejemplo el tranvía, debe aprovecharse para revisar el sistema urbanístico de la ciudad y conseguir más espacios de convivencia». Así lo afirmó ayer el arquitecto y urbanista Pablo de la Cal en la clausura de las jornadas Zaragoza, ciudad humana en el Centro Pignatelli.

Según De la Cal, una segunda línea de tranvía debería discurrir de este a oeste, desde la estación intermodal hasta Miraflores por Tenor Fleta, manteniendo la avenida San José como eje de circulación de vehículos. Esto contribuiría a «recuperar espacios para la relación entre las personas, en forma de supermanzanas o cédulas de ordenación», añadió. Pero, además, debería realizarse un profundo estudio de los recorridos de los autobuses: «El objetivo del transporte debe garantizar la movilidad de todos los vecinos».

Durante dos días, distintos expertos han debatido sobre las desigualdades sociales de las ciudades, las injusticias espaciales o las medidas que pueden aplicarse para hacerlas más sostenibles.

En concreto, en Zaragoza, hay ejemplos como el parque de la Memoria o la rehabilitación de la Harinera que son testigo del talento, el conocimiento y la creación de un tejido social, pues la cultura también hace la ciudad sostenible. Así lo destacó la politóloga Cristina Monge, que señaló seis valores: que sea inclusiva, segura, sobria, creativa empática y democrática. «Sabemos lo que hay que hacer y tenemos los medios, solo hay que ponerlo en práctica», afirmó.

Una accesibilidad básica para todos los ciudadanos, un uso responsable de la energía utilizando solo los recursos necesarios, o la participación del conjunto de habitantes son las claves para ello pues «una ciudad sostenible es una ciudad con valores», añadió.

Tras las ponencias, los ciudadanos pudieron también realizar sus aportaciones. Como señaló Carlos Alocén, técnico del Ayuntamiento de Zaragoza, «las opiniones tienen que ser vinculantes, pues la ciudad es para la ciudadanía».