La sala del 112 Emergencias Aragón recibió anteayer una llamada que en un primer momento parecía una broma, pero no lo fue. Un hombre pidió auxilio tras caerse desde lo alto de la iglesia de san Pablo, en Zaragoza. Pretendía entrar a robar, si bien no lo consiguió.

Ocurrió cuando el templo, declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, había cerrado sus puertas a los fieles y turistas, tras las celebración de la última eucaristía del día. De hecho, el Cuerpo Nacional de Policía tuvo que ponerse en contacto con el párroco, Santiago Fustero, para pedir que abriera la iglesia para atender al ladrón que minutos antes había pedido ayuda. Hasta el lugar, según fuentes consultadas por este diario, se desplazaron varios efectivos policiales, así como los servicios sanitarios del 061 que le atendieron en el lugar.

El hombre, identificado como T. D. L., de nacionalidad rumana y con antecedentes policiales, presentaba una rotura abierta de tibia, una fractura maxilofacial y un traumatismo craneal. Es por ello que tuvo que ser trasladado al hospital universitario Miguel Servet ante la gravedad clínica que presentaba.

Como consecuencia de ello, la Policía no pudo tomarle declaración, ni tampoco el juez de guardia que decidió decretar la libertad provisional, debido a que este hombre no pudo llevar a cabo su plan al sufrir el accidente. Eso sí fue imputado por un delito de hurto en grado de tentativa.

INVESTIGACIÓN

Paralelamente, la Policía investiga cómo pudo acceder al tejado de la iglesia para evitar próximos robos en el interior de esta iglesia construída entre los siglos XIII y XIV. Lo que no se podrá conocer, al no haberlo conseguido, qué era lo que quería robar T. D. L.

Y es que más allá del dinero de las limosnas, este templo zaragozano guarda entre sus muros importantes obras artísticas distribuídas en siete capillas en las que destacan retablos o imágenes como el santo Cristo del siglo XVI, así como el busto-relicario de San Blas trabajado en plata o la cruz procesional de plata sobredorada.