Pasadas las primeras 24 horas tras el batacazo en las primarias del PSOE y de que la militancia decidiera, en España y en Aragón, que Pedro Sánchez regrese a la secretaría general del partido, Javier Lambán, barón autonómico y uno de los mayores apoyos de la derrotada Susana Díaz, hacía su primera valoración rompiendo su silencio. Y lo hizo para garantizar su «máxima lealtad», y la de todos los socialistas aragoneses, al nuevo líder en Ferraz, al que le pidió que esta sea mutua, recíproca, como base para recuperar la «unión» en el partido.

Lambán reclamó una vuelta a la normalidad alejada de lo que unos exigen a los derrotados, «pedir perdón», y de que otros ahora opten por «incurrir en excesivos halagos». En definitiva, su apuesta es la de abandonar la «sobreactuación» y sobre todo «olvidar» todo lo ocurrido en el pasado para restañar heridas. Aunque no pudo evitar referirse a sus críticos como la «cofradía del santo reproche», recordando la canción de Joaquín Sabina. «No es razonable que se hable de obediencia o sumisión», destacó el secretario general de los socialistas en Aragón.

Escoltado por el presidente provincial de Zaragoza, Juan Antonio Sánchez Quero, la secretaria de Organización del partido y consejera de Universidad en la DGA, Pilar Alegría, y su portavoz parlamentario en las Cortes, Javier Sada, su análisis, como era de esperar, no contempla trasladar la sensación de que el resultado de estas primarias deriva en otras crisis territoriales o sobre su liderazgo en Aragón.

Con semblante serio, trató de abordar todos los frentes abiertos tras un resultado que causó, en su caso, «sorpresa» por lo aplastante del veredicto militante, destacó, pero que no le lleva a arrepentirse de su posición tan expuesta en favor de la derrotada Susana Díaz. «Pensé que tenía opciones reales de ganar», apuntó, al tiempo que aseveró que su pronóstico era que quien se alzara con la victoria lo haría «con escaso margen». Y que su discurso no habría variado ahora.

SIN INTROMISIONES // En su caso, remarcó, ganó por solo 122 votos, por lo que puede interpretarse que «la militancia se ha pronunciado de forma pareja». Eso resta fuerza a quienes le acusan de estar alejado de las bases al haberse expuesto tanto en el proceso. «Aposté por Susana Díaz y me empleé a fondo en aquello en lo que creía, a veces con vehemencia pero siempre con honestidad y sin tratar de ofender a nadie», explicó. Para el recuerdo quedarán frases suyas refiriéndose a la predilección de «los dioses del socialismo» por la trianera o que estuviera predestinada a «parar, templar y mandar».

De hecho, se despachó de las voces críticas que interpretan una derrota de la cúpula del PSOE aragonés asegurando que «aquí hay muchos aparatos, aparatillos y aparatazos y cada uno a favor de sus propios intereses». Estas valoraciones, a su juicio, son «interesadas» y solo persiguen ocupar el lugar que ahora tienen otros, para ganar peso en el partido, no tanto por dar voz a la militancia. De hecho, ante quienes piden trasladar el resultado del pasado domingo en cuotas de representación de delegados para el próximo comité federal respondió que sería «cuestionable». «Si somos consecuentes, leales y coherentes con lo que decimos, solo hay un secretario general y todos somos de Pedro Sánchez».

Pero su invitación de ayer a la «unidad» parecía más un mensaje a la defensiva por lo que pueda venir desde Ferraz. Subrayó que su intención no es desempolvar conflictos ni atizarlos. Por eso de «olvidar» todo lo ocurrido y apelar, una y otra vez, al diálogo. Pero con una premisa: sin intromisiones en el territorio. Al menos es lo que se deduce de su negativa a imitar a Asturias y Extremadura e integrar en una lista consensuada delegados de uno y otro bando pero con la proporción de los resultados obtenidos. Lo que plantea la cúpula de Sánchez para su ejecutiva. «Lo desconozco. A mí no me la ha hecho absolutamente nadie», dijo. En su caso, que el nuevo líder impusiera la forma de elegir a los delegados sería «transgredir el derecho democrático» de cada comunidad.

Aunque no es de extrañar que Ferraz no se lo comunicara si la relación con el nuevo secretario general sigue distante. De hecho, Lambán, que lo felicitó ayer como ya hiciera antes en Twitter, reconoció que no ha hablado con Sánchez todavía ni le ha llamado. «Por no molestar», argumentó, causando risas al recordar a la misma respuesta que dio Mariano Rajoy a esa pregunta.

Respecto a la diferencia entre los avales y votos recibidos por la candidatura de Susana Díaz en Aragón --casi 600 menos de diferencia y 1.000 más en el caso de Sánchez-, explicó que a veces las personas que dan su aval lo hacen por el «afecto» a quien se lo pide aunque su opinión sea contraria a lo que representa. Pero que el apoyo a Sánchez incluye gente con «cierto reproche», otros que «acumulan disconformidad desde tiempos pretéritos» y otros que sí hayan «actuado de forma desinteresada».

Lambán solo quiere mirar al futuro, reunirse con Sánchez y pedirle que su nueva hoja de ruta tenga también «acento aragonés». Y llegó a decir que si quiere buscar un modelo en el que fijarse para hacer políticas de izquierdas, el de Aragón le puede ser útil. La duda es si este podrá olvidar frases como la de «tú ya no eres el secretario general» de aquel 1 de octubre del 2016.