Las algas que han aparecido estos meses en el Ebro ya no desaparecerán. Durante el invierno y los periodos de estiaje suave reducirán su densidad, pero los veranos secos volverán a aparecer con "mayor intensidad que este año". Así lo aseguró ayer el catedrático de Ordenación Territorial de la Universidad de Sevilla y miembro de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), Leandro del Moral, durante un recorrido por las riberas del Ebro para observar sus deficiencias.

El profesor indicó que las avenidas importantes limpiarán el cauce y arrastrarán las algas. Sin embargo, las esporas de los helechos de agua, la especie de planta acuática que más ha proliferado este verano, permanecerán en el río. Así, se volverán a reproducir hasta que "cambien las causas de fondo que han causado su aparición". Estas son la elevada concentración de nutrientes, el bajo caudal y la escasa corriente del río.

Las propias algas potencian el proceso de eutrofización del río porque fijan el nitrógeno del aire, aseguró Olga Conde, otra miembro de la FNCA, quien añadió que "esto provocará que se desarrollen de forma exponencial en el futuro". A lo largo de la visita también señaló que el dragado y el azud agravan la situación del Ebro a su paso por Zaragoza.

Del Moral, también destacó que el estado que presenta el río este año es "preocupante", porque con estiajes más severos "nunca se había llegado a la situación actual". Para él, lo que se observa es "la expresión de un fenómeno general que también se produce en otras cuencas".

LAS CAUSAS Por la mañana, Del Moral analizó estas circunstancias junto a otros expertos hídricos en una rueda de prensa. En ella expresó su especial preocupación por el desarrollo de los regadíos, actividad a la que achacó el alto nivel de contaminación difusa, principalmente de fosfatos y nitratos.

Por su parte, el catedrático de Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza Javier Martínez Gil reconoció la dificultad que supondría aplicar algún método de depuración al agua procedente de los regadíos. Como sería muy difícil y costoso evitar que los nitratos y fosfatos utilizados en los cultivos lleguen a los ríos, apostó por "las buenas prácticas que reduzcan el consumo".

Por su parte, el profesor de la Universidad de Zaragoza y fundador de la FNCA, Pedro Arrojo, propuso eliminar regadíos para reducir la contaminación. "Con la perspectiva del cambio climático presente, no se van a poder mantener todos los cultivos actuales, por lo que hay que apostar por una retirada de los de mayor salinidad y menor productividad", apuntó.

Otra medida que sugirió sería penalizar el uso de determinadas cantidades de nitratos, porque hay campos que vierten hasta 12 toneladas de sales al año por cada hectárea de cultivo. "Estas tierras nunca debieron regarse porque no son adecuadas al regadío", añadió.

Arrojo también anunció que la Fundación para la Nueva Cultura del Agua tiene previsto elaborar un diagnóstico de la situación del río Ebro a su paso por Zaragoza, con el fin de "presionar" a las instituciones competentes.