María Giménez Prades se unió al proyecto para recuperar y transformar la central térmica de Aliaga por motivos tanto profesionales como sentimentales. Licenciada en Bellas Artes, considera que las centrales eléctricas son "las catedrales del siglo XXI", un patrimonio que "se debe conservar, preservar y divulgar para dar a conocer a futuras generaciones nuestra historia y nuestras peculiaridades culturales".

Pero, además, esta especialista tiene un vínculo familiar con la antigua instalación. Uno de sus abuelos trabajó en la planta de Aliaga desde que se inauguró hasta su cierre, por lo que tiene muchas vivencias relacionadas con este rincón de las Cuencas Mineras. En el plano profesional, ha conocido de cerca y estudiado la recuperación de industrias en Alemania, Gran Bretaña y otros países europeos, un modelo que considera digno de aplicarse en España. "Aquí la arqueología industrial está todavía en sus inicios, pero es el mejor modo de recuperar el legado de la historia desde el punto de vista patrimonial y social", señala.

En este sentido, considera que la central de Aliaga tiene "muchas posibilidades". Construida entre los años 40 y 50 del pasado siglo, el edificio posee un estilo funcional que ha pasado a la historia de la arquitectura como representativo de la época franquista. Se halla situada junto al río Guadalope, a las afueras de Aliaga, rodeada de montañas que en tiempos fueron carboníferas y hoy están esquilmadas. Pero la central no es un elemento extraño en ese ambiente. Al contrario, afirma Giménez Prades, "forma parte del paisaje". "Los materiales con que está construida, sus colores y las tonalidades de la fachada a lo largo del día hacen que se integre en su entorno", dice.

DOS BARRIOS Aun hoy, no se entiende Aliaga sin la central. Las obras para levantarla y su explotación durante tres décadas dieron lugar a la aparición de dos barrios que todavía siguen vivos, si bien ha desaparecido, lamentablemente, el cable aéreo que transportaba vagonetas cargadas de carbón desde las minas. Pero eso ya es pasado. Ahora, María Giménez se propone que la central se reabra como un centro de interpretación y que ayude a dinamizar culturalmente la comarca. "Existen antecedentes", dice. "Nuestro modelo es el Museo de la Energía de Ponferrada", indica.