Las copiosas lluvias caídas el sábado y el domingo en el norte de Navarra, que causaron crecidas extraordinarias en los ríos Arga, Irati y Aragón, provocarán una nueva crecida del Ebro, similar a la de mediados de enero, que amenaza con arruinar las cosechas de verano de la ribera aragonesa, donde los continuos aumentos de caudal registrados este año ya asolaron miles de hectáreas de alfalfa, trigo y hortalizas.

Durante el fin de semana, las precipitaciones alcanzaron los 150 litros por metro cuadrado en algunas zonas de la cabecera del Arga --uno de los afluentes más caudalosos del Ebro sin regulación-- y se situaron entre los 50 y los 100 en las cuentas altas del Irati y el Aragón, según los datos del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Esas precipitaciones hicieron que el Arga marcara el mayor registro conocido en Pamplona --550 metros cúbicos por segundo-- y por la tarde rondara los 1.000 --el mayor caudal en medio siglo-- en su desembocadura en Funes.

Itoiz registró entradas de más de 300 metros cúbicos por segundo, aunque su resguardo --tenía capacidad para almacenar más de 180 hectómetros-- le permitía reducir la salida a 85.000 litros por segundo.

LAMINACIÓN

No obstante, el Salazar llegó a aportar 240. Y Yesa, lleno al 95% y con capacidad para retener solo 60 hectómetros a media tarde de ayer, llegó a registrar entradas de 800 metros por segundo --pasaba de 400 en Martes mientras el Escá rozaba los 160 en Sigüés-- y dejó salir hasta 370. Las maniobras conjuntas de laminación de este embalse y el de Itoiz permitían prever a los técnicos de la CHE que el sistema fluvial desembocara en el Ebro en Caparroso con un millón de litros por segundo.

No obstante, se tratará de una avenida extraordinaria que generará hoy lunes un caudal de entre 1.500 y 1.700 metros cúbicos por segundo en el Ebro a la altura de Castejón, siempre por debajo de los 2.230 del 21 de enero y a pesar de que otros afluentes sin regular, como el Ega, aportaban 120.000 litros por segundo en Calahorra.

Las precipitaciones fueron de menor intensidad tanto en la margen derecha del Ebro como en los sistemas situados al este del Aragón-Irati, caso del Jalón, los Arbas y el Gállego, por lo que el caudal en los próximos días será similar en la Ribera Alta y en la Baja.

Las previsiones de la CHE indicaban ayer que la cresta de la avenida pasará por Castejón a media tarde de hoy con 1.788 metros cúbicos por segundo. La crecida entrará en Aragón la madrugada del martes por Novillas y llegará a media tarde del miércoles a Zaragoza, donde el caudal puede ser inferior por el efecto de laminación que provocará el mal estado de las motas de defensa de muchos pueblos de la ribera.

AGRICULTURA

La crecida amenaza con arruinar la cosecha de verano en las zonas de ribera sin protección, donde los aumentos de caudal del pasado invierno ya se llevaron por delante la producción agrícola de más de 15.000 hectáreas --la DGA redujo a 8.400 la superficie oficialmente afectada-- tras pasar casi dos meses anegadas.

"Mire lo que nos viene, menudo panorama tenemos", lamentaba ayer el alcalde de Novillas, José Ayesa.

Las crecidas del invierno arruinaron buena parte de los cultivos de alfalfa y trigo sembrados en otoño. Según explicó, las aseguradoras asumieron el pago de los costes de esas siembras al tiempo que los agricultores quedaban obligados a sembrar de nuevo las tierras en primavera, en las que, principalmente, optaron por maíz de otoño y alfalfa, forraje que se siembra para cosechar en los siguientes cuatro o cinco años. "La crecida lo va a coger todo recién nacido", explicó Ayesa.

Buena parte de las explotaciones de la ribera zaragozana del Ebro van a perder las dos cosechas de este año. Los agricultores recuperarán los costes de siembra vía seguro --las compañías lo pagarán dos veces-- pero no tendrán ingresos por la venta del producto, lo que agravará los efectos de la crisis en los pueblos afectados.

Esta situación afectará también a las cooperativas y las deshidratadoras de alfalfa de la zona, que no podrán cumplir sus compromisos de exportación, de los que dependen buena parte de sus ingresos.