La llegada, hace algo más de un año, de los medicamentos unidosis a las farmacias aragonesas se ha saldado con un sonoro fiasco. Así lo demuestran las ocho unidades, correspondientes a seis recetas, que se han dispensado en doce meses en los establecimientos de la comunidad. La cifra, insignificante, denota, por un lado, el escaso éxito de la propuesta entre los usuarios y, por otro, el escaso interés de los facultativos en recetar los fármacos de un solo uso.

De hecho, en siete de los últimos trece meses desde su comercialización, no se vendieron estos medicamentos, que sí fueron dispensados, aunque en cuentagotas en el resto. Pero nunca en más de una receta y tres unidades como máximo --en cada receta se pueden prescribir entre una y seis unidosis de estos analgésicos--.

Las unidosis se dispusieron para tres clases de fármacos --ibuprofeno de 400 y 600 miligramos, paracetamol de 650 miligramos y un gramo y el protector estomacal omeprazol--. En principio, solo se podían adquirir con receta, aunque posteriormente alguno de ellos también podía comprarse sin necesidad de ella, aunque en las farmacias advierten de que, si la venta con receta ha sido escasa, la adquisición libre "todavía lo ha sido más".

Sin duda, el precio se erige en la principal razón que explicaría el nulo éxito de la fórmula introducida en la comunidad autónoma por el anterior Ejecutivo. El Departamento de Salud de la consejera Luisa María Noeno calculaba un ahorro de entre 8 y 10 millones de euros gracias a la instauración de las unidosis, pero ni médicos ni farmacéuticos sostienen la viabilidad de un sistema que imponía un precio entre 12 y 17 céntimos para una sola dosis, cuando una caja de 20 comprimidos de ibuprofeno vale apenas 60 céntimos, según las farmacias.

POCA RENTABILIDAD Así, las cajas de unidosis se amontonan en los establecimientos de la comunidad. Solo en Zaragoza, los almacenes de distribución de medicamentos repartieron a las farmacias 800 cajas con 100 unidosis, lo que supone 80.000 fármacos. Incluso, varias farmacias de la capital aragonesa aseguraron a EL PERIÓDICO que ya no disponen de estos medicamentos y que han decidido no vender "porque no son rentables para nadie".

La medida, aplicada para racionalizar el uso de medicamentos, pretendía también evitar el acopio de fármacos en los botiquines, aunque ahora son las farmacias las que se los tienen que "comer con patatas", como reconocía el propietario de un establecimiento de Zaragoza.

El plan del anterior Ejecutivo pretendía que las unidosis fueran recetadas como complementos de tratamientos de procesos agudos, como catarros o anginas. Sin embargo, el planteamiento no ha funcionado. Los aragoneses gastan en productos farmacéuticos una media de un millón de euros al día, 395 millones al año.