Si aún me quieres / Ata una cinta amarilla alrededor del viejo roble. Son versos de una antigua canción de Tony & Dawn, versionada en castellano, entre otros, por Silvio Rodríguez, que narra cómo un preso le escribe a su novia que, si todavía quiere verle cuando salga de la cárcel, se lo haga saber así. Ayer, la letra cobró un nuevo significado en Ricla, donde alrededor de 200 vecinos quisieron escenificar con estos lazos su apoyo a Francisco Canela Grima, que espera en prisión provisional a ser juzgado por el homicidio del joven rumano Robert Racolti, en agosto del año pasado.

El acto simbólico, que se trasladó prácticamente a cada rincón del pueblo, contó con la presencia de la hermana de Francisco, Isabel, que se mostraba «emocionada y agradecida» por el apoyo recibido por parte de los vecinos, y aún «nerviosa» algún tiempo después. «El gesto es para él, le dará mucho ánimo, como nos lo ha dado a toda la familia», explicaba. Allí se reunieron sus primos y los más íntimos amigos, de Ricla y de fuera.

Ni los allegados ni los vecinos pretenden que la concentración se entienda como un respaldo al crimen, pero sí como un rechazo a la pena accesoria que solicita inicialmente la acusación particular, el «destierro» de Canela de su pueblo, la prohibición de volver a residir allí. Isabel Canela explicaba a este diario, en una entrevista publicada ayer, que saben que lo que hizo es algo «gravísimo», y que tanto él como la familia aceptarán la pena que le impongan (le piden entre 20 y 25 años, su defensa propone 5). Pero una cosa es el castigo de la cárcel, y otra que no pueda volver con su gente cuando cumpla su castigo en la prisión de Zuera, de donde saldrá el próximo día 25 camino al banquillo.

La cita de ayer, en la que los vecinos simbolizaron con lazos su apoyo al vecino preso, llegó además en una fecha señalada. Por un lado, porque hoy mismo es el cumpleaños de Francisco Canela, y hace apenas tres días que su madre sufrió un ictus, que Isabel achacaba a la «presión» que sufren.

La familia se compadece del dolor de la de Racolti. «Pienso en su madre y, como madre que soy, la entiendo perfectamente», explicaba Isabel. Hasta el momento no han visto adecuado ir a pedirles perdón a La Almunia, pero piensan ofrecérselo en el juicio, si lo aceptan.

En la vista, el jurado deberá decidir si, como plantea la acusación, fue un crimen premeditado o, como sostiene la defensa, Canela convocó a Racolti y a su novia -vecina suya- para pedirles explicaciones por los anónimos de amenaza y burla que estaba recibiendo y, una vez allí, el alcohol y el miedo le hicieron coger una vieja pistola de la familia y dispararle. Cumpla lo que cumpla, Ricla mostró ayer que le esperan en casa.