El potencial económico y empresarial de corredor ferroviario Cántabro-Mediterráneo sigue aportando razones para la inversión. Con una apuesta decidida por su desarrollo se estima que tendría una demanda potencial entre Zaragoza y Sagunto que permitiría sacar de la carretera más de un millón de toneladas de mercancías que ahora se transportan en camiones. Para esto se requeriría la puesta en servicio de entre 48 y 54 trenes semanales por sentido de circulación. El ahorro en combustible y tiempo también sería considerable.

Estas cifras son una estimación «muy conservadora» de un estudio presentado ayer que ha sido promovido por la patronal valenciana con la colaboración de la Autoridad Portuaria de Valencia y Castellón. El informe el segundo de esta línea ferroviaria que elabora la Confederación de Empresarios Valencianos (CEV), identifica los potenciales usuarios (cargadoras, operadores logísticos y de transporte, de terminales portuarias y ferroviarias, y puertos) y cuantifica el volumen de mercancías que podrían ser transportados si se modernizara la línea.

Los empresarios proponen diferentes escenarios de inversión que suman 371 millones de euros, de los que una parte ya está comprometida por la Autoridad Portuaria de Valencia (53 millones) para suprimir las limitaciones de velocidad y carga y aumentar la longitud de los apartaderos, y otra (el control del tráfico centralizado) estará en marcha este año.

seis comunidades / El presidente de la CEV, Salvador Navarro, destsacó que el corredor conecta seis comunidades (Cantabria, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Valencia) que suman un PIB de 240.000 millones de euros, el 22,2% del PIB nacional, y tienen diez millones de habitantes. Navarro afirmó que el diseño radial de las infraestructuras ha perjudicado las conexiones de las zonas periféricas españolas y, en el caso de la línea turolense, las ineficiencias del trayecto han abocado al uso del transporte por carretera o rutas ferroviarias alternativas a través de Tarragona y Madrid. «No podemos demorarlo más», insistió en referencia a la inversión que necesita la línea, que ha perdido dieciocho trenes semanales en los últimos cinco años en favor de la carretera u otras rutas.

Entre las deficiencias que identifica el estudio destaca la ausencia del sistema tren-tierra, que limita los horarios, y la rampa de 24 milésimas en ambos sentidos. Para renovarla haría falta la instalación del tren-tierra (control de tráfico centralizado), con una inversión de 2,4 millones, suprimir las limitaciones de velocidad y carga (175,4 millones), aumentar la longitud de los apartaderos (13,3 millones) y electrificar la línea (180 millones).