La fuerte tromba de agua que ayer cayó durante el mediodía sobre Zaragoza deslució el inicio de su Semana Santa. Aunque a primer hora de la tarde cesaron las precipitaciones, el peligro estaba ahí, así que la Junta de Cofradías decidió que el ya tradicional pregón se celebrara en el interior de la iglesia de San Cayetano. Hicieron bien, luego granizó.

Nunca tuvo más sentido la expresión "la procesión va por dentro". Y es que el desfile de tambores y bombos en representación de todas las hermandades zaragozanas se suspendió. Los ansiosos por escuchar los tambores y bombos desgarrados por la Pasión han tenido que esperarse a hoy. Si el cielo lo permite, claro.

Mientras la explanada de la basílica del Pilar estuvo desierta de amantes del mundo cofrade, la del Justicia de Aragón adquirió el protagonismo. Unos decidieron entrar en la iglesia, y así aprovechaban a ver algunos pasos que ya están guardados para sus salidas penitenciales, mientras que otros decidieron escucharlo con los altavoces que instalaron en el exterior del templo. No llovió.

Las naves y bancos de la iglesia erigida a Santa Isabel de Portugal se llenaron de gente. Aunque fue bastante deslucido, el acto estuvo bien organizado por la joven Hermandad de Cristo Despojado de sus Vestiduras y Compasión de Nuestra Señora. Sorprendió especialmente que en los primeros bancos estuviera presente el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, y que, por contra, el arzobispo Vicente Jiménez excusara su asistencia por "motivos personales". Le representó el deán del Cabildo de Zaragoza, Manuel Almor. Quien brilló por su discurso fue el rector en funciones de la Universidad de Zaragoza, Manuel López, que, avisando que es un hombre de Ciencia, destacó la figura de Jesucristo. Le definió como un Galileo de hace 2.000 años y resaltó su "entrega a la gente, a su pueblo y a los extranjeros". "Llegó a la muerte comprometido con su fe judía en un único Dios al que llama padre", resaltó.

López reconoció que la sociedad es más laica, si bien animó a conocer los "valores humanos de verdad, solidaridad, lealtad, valentía y compasión" de Jesús y adaptarlos a la sociedad. Hoy, si el tiempo lo permite, las calles volverán a oler a incienso y a romperse con los bombos.