—¿En qué momento se encuentra el tejido asociativo y vecinal?

—Las asociaciones vecinales surgen en la pretransición democrática en base a unas necesidades reales que había en los barrios. No había de nada. Ahora está pasando algo similar en los barrios nuevos, que carecen de servicios y es el motivo por el que los vecinos se unen en asociaciones. Lo que está cambiando es la forma de actuar.

—¿Qué consecuencias tiene la expansión de Zaragoza?

—Se están vaciando los barrios históricos para llenar los nuevos. La población está estancada así que los de nueva creación se llenan a costa de vaciar los distritos de siempre, como Las Fuentes, Delicias o Torrero. Esto ya pasó con el Actur, no es una novedad. Nos preocupa que no haya un desarrollo armónico y que se rompa la ciudad consolidada.

—¿Cuáles son los principales problemas en la ciudad?

—Son básicos. Los árboles, que hay que podarlos; las aceras, que tienen que estar cuidadas y sin baldosas sueltas; los viales, que no tienen que tener socavones; o el transporte público, que tiene que funcionar bien y los autobuses no se tienen que quemar. Además, urge un proyecto para embellecer los barrios.

—¿A qué se refiere?

—Hay un gran problema con las edificaciones de los años 50 y 60 porque carecen de accesibilidad y eficiencia energética. Hay un déficit histórico en los barrios consolidados de embellecimiento, de convertirlos en atractivos, porque si se rehabilitaran serían más atractivos y una opción de vida para los jóvenes.

—¿Cree que falta inversión?

-Sí, aunque es cierto que se están haciendo pequeñas actuaciones que tienen que ver más con el microurbanismo. No es suficiente pero hay que recordar que la Ley Montoro ha hecho mucho daño porque ha frenado la inversión. Ahora parece que empezamos a recuperarnos con ese miniboom del ladrillo, que permite que entre dinero al ayuntamiento, pero nos sorprende que la salida de la crisis vuelva a ser esta.

—El comercio de proximidad se ha visto muy perjudicado por la crisis. ¿Cree que se está haciendo lo suficiente para recuperar las tiendas de los barrios?

—Nos preocupa que está muy disperso y en la periferia. La compra tiene un aspecto social y lúdico, pero para eso tienes que tener un barrio agradable y en los distritos tradicionales hay calles muertas. Hay que incentivar el comercio con más políticas de infraestructuras para que esas zonas sean atractivas.

—¿Qué pasa en esta ciudad con el transporte público?

—Que necesita un pacto de ciudad que parecía que se había conseguido con el tranvía, pero no cuajó. La tendencia en Europa pasa por potenciar la movilidad sostenible y la convivencia entre los diferentes medios, y aquí se enfrentan unos con otros.

—¿Cree que se debería recuperar el debate de la peatonalización?

—Lo que hay que hacer es un plan global, no peatonalizaciones individuales. Para eso se necesitan planes de barrio y un proyecto de ciudad que incluya una reducción drástica del tráfico. Eso se consigue con un transporte público de calidad, con restricciones de aparcamiento severas, reducciones en la velocidad y la semipeatonalización en el centro. Pero parece que esto no interesa.

—¿Qué valoración hacen de los presupuestos participativos?

—Presupuestos participativos sí, pero no así. El proceso de la fase de presentación de propuestas no lo compartimos, porque cualquiera puede presentar la suya y esto está provocando que se aparquen las necesidades históricas de los barrios. Además, no es prudente que haya un enfrentamiento entre colectivos.

—¿Qué propone?

—Que las juntas de distrito presenten una batería de propuestas que luego vote la ciudadanía. Las asociaciones vecinales tienen una visión más de distrito y no tan individual. Tiene que haber participación pero enseñándole al ciudadano temas que tengan consenso en las juntas.

—¿Cree que ha habido un cambio en la participación?

—No, y no lo digo yo, lo dicen las cifras. De hecho, se ha constatado que existe una gran brecha generacional y que los jóvenes no se involucran.

-¿Ven reflejadas las necesidades del ciudadano en el remanente?

- No, y nos ha sorprendido porque pedimos que se arreglen las aceras y el asfalto. Así de sencillo y además es una obligación del ayuntamiento en materia de mantenimiento, pero lo incluyen en los presupuestos participativos y no debería ser así.

-¿La situación de crispación en el consistorio está afectando a la ciudad?

-Nunca es bueno el ruido de fondo. Creemos que hay demasiado y esto puede generar una mala situación en dos o tres legislaturas. El ciudadano tiene que saber que se van a arreglar las baldosas, o que se va a cerrar de una vez Tenor Fleta o que se va a sacar adelante la avenida Cataluña.

-¿Qué valoración hace del Gobierno de la ciudad?

-Con luces y sombras. Esperábamos que el cambio supusiera una forma más relajada de hacer política, que estuviera tan histriónica. Está siendo una legislatura muy dura y como nunca ha habido acuerdo entre las fuerzas progresistas no se ha avanzado todo lo que se debería.

-¿Qué opina sobre la polémica del excoordinador de ZeC que cargó un viaje a Nueva York a la cuenta del partido?

-Hay cosas que la prudencia dice que no hay que hacer.