El peloteo de responsabilidades entre el Gobierno autonómico y la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) parece no tener fin. Ayer, el consejero de Medio Ambiente, Modesto Lobón, salió a la palestra para aclarar que la Administración aragonesa no es responsable del vertido del 11 de septiembre en el barranco de Bailín, donde el organismo de cuenca detectó 438 microgramos de lindano por litro de agua, muy por encima de los 50 permitidos por la exigente legislación europea.

El presidente de la CHE, Xavier de Pedro, había responsabilizado el jueves directamente a la DGA de ese vertido, al que siguieron otros igualmente elevados, y de hecho la entidad que regula los ríos del noreste de España incoó ayer el expediente sancionador a la Diputación General de Aragón "por incumplir los límites permitidos para el vertido de residuos de lindano" y, también, por "falta de comunicación inmediata al organismo de cuenca de los resultados analíticos con límites superiores a los permitidos".

Pero ayer Lobón replicó que "la obra" de traslado de los restos de lindano del viejo al nuevo vertedero de Bailín, a las afueras de Sabiñánigo, "se ha hecho bien y de manera responsable". "Se han cumplido todas las prescripciones técnicas", aseguró el consejero, que recalcó que cuando los vertidos superaban los 50 microgramos del tope legal "se volvía a depurar".

Solamente reconoció Lobón "una incidencia menor", el 30 de julio, cuando, para evitar un riesgo mayor, se vertieron al barranco de Bailín, 71 microgramos de residuos de lindano por litro, debido a que los denominados tanques de tormenta del nuevo vertedero estaban prácticamente llenos y a que "había predicción de tormentas para ese día".

A diferencia del consejero de Sanidad, Ricardo Oliván, que el pasado jueves acusó a la CHE de informar tarde sobre el incremento de los niveles de lindano en el Gállego, Modesto Lobón no atacó a nadie y se limitó a defender el buen hacer de la Administración autonómica.

"Afirmamos categóricamente que la contaminación de la obra ha estado por debajo de los 50 microgramos por litro", subrayó el responsable de Medio Ambiente. No obstante, el consejero reconoció que el traslado de los residuos de lindano de su antiguo al nuevo emplazamiento, separados solo unos pocos metros, es una operación que puede tener riesgos. "Se trata de una obra pionera en el mundo, de ahí que pueda haber variables que no conocemos y que se van a investigar", manifestó Lobón en una rueda de prensa en el Pignatelli en la que estuvo acompañado de Pilar Molinero, directora general de Calidad Ambiental.

El consejero hizo hincapié en que, si bien los niveles de contaminación en el embalse de La Peña siguen siendo altos, se está avanzando en la colocación de filtros en los pueblos afectados y se están realizando análisis, "por si hubiera dejación en el trabajo de las empresas" encargadas del traslado de residuos.

Además, Lobón citó un reciente estudio de dos expertos en seguridad alimentaria, Ana Ferrer Dufol y Juan José Badiola, según el cual para que una persona consuma la dosis tóxica de lindano tendría que ingerir 75.000 litros de agua con una concentración de esa sustancia del orden de dos partes por billón o ppb.

Para terminar, el consejero habló de la búsqueda de alternativas al problema de la contaminación del Gállego, que pasan por la implantación de abastecimientos alternativos y, en algunos casos, la traída de agua del embalse de Yesa.