La localidad oscense de Fonz volvió ayer a viajar en el tiempo para celebrar la XII Feria del Renacimiento, en la que los blasones, los atavíos de los vecinos y los artesanos recrean cada año la importancia de la villa hace 400 años y su potencial, hoy en día, como pionera en la recreación histórica de la época.

La fiesta tiene su motivación histórica en las conocidas Alteraciones de la Ribagorza, que en el siglo XVI supusieron la incorporación de estos territorios a la Corona del rey Felipe II y la pérdida de los Fueros de Aragón. Con tal motivo, ya hace doce años que el ayuntamiento foncense, en colaboración con la Diputación de Huesca y la comarca del Cinca Medio, organizan un completo programa que incluye un mercado artesanal, música, recreaciones históricas, bailes, la batalla final entre los tercios reales y las tropas leales al Conde de la Ribagorza y, este año, un gran torneo a caballo para finalizar.

El protagonismo también lo toman dos hijos ilustres de la localidad, el conde Fernando de Gurrea y Aragón y Pedro Cerbuna, que fue fundador de la Universidad de Zaragoza.

El Presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, acudió ayer a la feria y elogió el «trabajo colectivo» que está tras este montaje, así como su pervivencia en el tiempo. Destacó la importancia de estas celebraciones como «estímulo para el desarrollo del mundo rural del Alto Aragón».

Por su parte, el alcalde de Fonz, Toño Ferrer, señaló que teniendo el contexto histórico de fondo se está promocionando la «grandeza patrimonial» de Fonz, en referencia a sus numerosos palacios y edificios de estilo renacentista.

PATRIMONIO

La Feria del Renacimiento es una gran oportunidad para conocer los palacetes y casas solariegas, entras las que figuran Casa Camón, Casa Guilleuma, el Palacio de los Gómez de Alba, la fuente renacentista, el Palacio de los Barones de Valdeolivos, Casa Monroset, Casa Moner, la judería, la iglesia de la Asunción o el propio ayuntamiento, que fue residencia de verano de los obispos de Lérida.

Pero el patrimonio se complementa con dramatizaciones históricas, amén de bailes y mercado. Para cerrar la jornada, en la era Codera se asentó el campamento de recreación, que aumentó en tiendas y superficie, para mostrar cómo era la vida civil y militar de los tercios a los visitantes, con una exposición de armas y ejércitos del siglo XVI. Unos arsenales que además los visitantes pudieron ver en acción en una batalla recreada.